CADA / Figuras en el Recuerdo
El atletismo argentino tuvo su bautismo olímpico en los Juegos de París, en 1924. Y cuatro años más tarde, también contó con una buena representación en Amsterdam, donde la pista ya tenía los 400 metros que rigen hasta hoy y donde se inauguró el estadio con capacidad para 40 mil personas.
Allí, uno de los más destacados valores fue el velocista Juan Bautista Pina, quien llegó hasta la semifinal de los 100 metros, algo que sólo pudo igualar Carlos Bianchi Luti cuatro años más tarde en Los Angeles (donde también fue finalista de 200). En esos mismos Juegos, Federico Kleger logró el 7° lugar en lanzamiento del martillo y Serafín Dengra –el abuelo del más tarde destacado rugbier- alcanzó las semifinales en los 800 metros.
Pina tenía 21 años y había nacido en Zaragoza, España, hijo de José Pina y Benita Llovería. Cuando apenas tenía tres años, la familia se trasladó a nuestro país. Historiadores y eruditos del atletismo español como Celedonio García y Alfonso Posada encontraron su partida de nacimiento: 19 de julio de 1907 (a diferencia de la fecha que figuraba en estadísticas deportivas argentinas).
Juan Bautista Pina fue el primer sprinter argentino de calidad internacional, a pesar de esa época con escaso roce y donde, por ejemplo, para trasladarse a Amsterdam la delegación olímpica argentina debió hacerlo en el vapor “Andrés”, lo mismo que en todas las delegaciones hasta fines de los 40.
En 1926, Pina integró la Selección Argentina en el Campeonato Sudamericano de Montevideo, donde la figura del sprint fue el legendario Eduardo Albe (luego su compañero en el viaje olímpico), al ganar los 100 y 200 metros. Ambos integraron la posta campeona que marcó 43s.2, junto a Ure Aldao y Mandia. A fines de esa misma temporada, Pina se adjudicó sus primeros títulos nacionales con 11s1 en 100 metros y 22s.0 en 200, estableciendo aquí el récord sudamericano. Además integró la posta campeona de su club (Asociación Cristiana de Jóvenes /YMCA), que marcó 43s.8.
Un año más tarde, el Sudamericano se disputó en los ya extinguidos Campos de Ñuñoa, en Santiago de Chile, y fue consagratorio para Pina: campeón de 100 metros con 10s.8, en 200 con 22s0 (tras batir el récord sudamericano con 21s8 en las eliminatorias) y en la 4×100, también con plusmarca sudamericana de 42s.8, acompañado allí por Alberto Barucco, Roberto Genta y Juan Gagliardi. Esta marca fue mejorada en dos décimas a fines de ese mismo año por la YMCA, con Pina en sus filas.
En los Juegos Olímpicos, Pina se topó con la elite mundial de la época y ganó la serie inicial en 11s0. Ya en cuartos de final, escoltó al campeón estadounidense Frank Wykoff, quien marcó 10s8. Y así consiguió su pasaporte a semis. Participó en la primera, ganada por otro norteamericano, Robert McAllister, con récord olímpico de 10s6. Pina quedó sexto y no tuvo la chance de correr la finalísima. En esta se dio la gran sorpresa con el triunfo del canadiense Percy Williams, que apenas tenía veinte años y había aparecido en los campeonatos de su país, ganando los 100 y 200 metros. Se cuenta que trabajó de camarero para costearse los entrenamientos.
En esa final olímpica, por primera vez no hubo estadounidenses en el podio, ya que Wykoff tuvo que conformarse con el cuarto puesto en 11s0. Detrás de Williams (10s8) llegó el británico –oriundo de Guyana- Jack London con 10s9, el mismo tiempo que el alemán Georg Lammers. El quinto fue el sudafricano Wilfred Legg y McAllister terminó sexto. Dos años más tarde, un 9 de agosto de 1930 en Toronto, Percy Williams se convirtió en el primer atleta en correr oficialmente en 10s.3, y además ganó los primeros Juegos de la Comunidad Británica en Hamilton con 9s.9 para las 100 yardas…
La campaña de Pina, desde entonces, se vio complicada por algunas lesiones. Y no pudo asistir al Sudamericano de 1929 en Lima, donde asomó otro joven dotado, Hernán Spinassi, para mantener los títulos de velocidad en poder de la Argentina. Pero Pina volvió a proclamarse campeón nacional en Rosario (1930) con 10s8 en los 100 llanos y 43s2 con el relevo de la YMCA.
A principios de 1931 ya asomaba la nueva figura del sprint nacional, el cordobés Carlos Antonio Bianchi Luti. Fue el gran protagonista del Campeonato Sudamericano, realizado entre el 30 de abril y 5 de mayo en la pista de Gimnasia y Esgrima, al vencer en los 100 metros con 10s9 y en 200 con 21s9. Pina quedó tercero en el hectómetro –entre los argentinos se ubicó el brasileño José Xavier de Almeida- y escoltó a Bianchi Luti en los 200, completando el podio el chileno José Vicente “Potrerillo” Salinas, un astro de los 400. Pero Pina y Bianchi Luti también integraron la posta 4×100 que conquistó el título con 43s0, junto Hermida y Borzino.
Y en noviembre de ese mismo año, Juan Bautista Pina tuvo otro momento estelar. El 22, durante el Campeonato Municipal se impuso en los 100 metros con 10s7, en la misma jornada donde Diego Pojmaevich (3.92 en garrocha) y Federico Kleger (50.62 en martillo) batieron récords nacionales. Seis días más tarde, Pina superó el récord sudamericano de los 200 con 21s.6. Y el 29 llevó la plusmarca de los 100 metros llanos a 10 segundos y 4 décimas (tras registrar 10s6 en las series), quedando entonces a sólo 1/100 del primado mundial.
El Campeonato Nacional se disputó a la semana siguiente (4 y 5 de diciembre) y allí Pina tuvo una participación importante. En los 100 metros, venció Bianchi Luti con 10s6, delante de Pina (quien había logrado el mismo registro en las eliminatorias) y Hofmeister. Lo curioso fue que Pina había sido descalificado por partidas en falso, pero los mismos rivales pidieron que igual se le permitiera correr. En los 200 metros, venció Hofmeister con 21s8, seguido por Bianchi Luti, mientras Pina sufrió otra descalificación. Pero tuvo un relevante papel en la 4×400, ya que corrió el último tramo del equipo de Capital que fijó el récord sudamericano con 3m21s8. El equipo se iniciaba con Gerardo Lorenzo y, luego, con dos de los hombres que llegarían a lucir en los Juegos de Berlin: Juan Lavenás y Juan Anderson. Y a Pina se le registró un parcial de 49s.2.
El 18 de septiembre de 1932 fijó la mejor marca nacional de los 300 metros, una prueba poco habitual del programa, con 34s.8. Se fue alejando –aunque en 1934 quedó subcampeón nacional de 100 detrás de Antonio Sande- y otra camada de excelentes sprinters argentinos luciría en los escenarios olímpicos: Bianchi Luti en los 200 metros de Los Angeles 32 y la posta 4×100 en Berlin 36, finalistas.