Por Fabiana García | Diario El Litoral / Santa Fe
El Covid-19 fue un impacto universal y el deporte no quedó al margen. La muestra más contundente: la suspensión de los Juegos Olímpicos de Tokio que estarían a 15 días de iniciarse. La llama se apagó y muchos deportistas, cuerpos técnicos y entrenadores cambiaron el sentido de las consultas al psicólogo Marcelo Márquez, quien vive en la ciudad de Rosario, y desde hace años está vinculado a la Secretaría de Deportes de la Provincia para acompañar a los deportistas de elite en la preparación de sus temporadas deportivas, además de ser contratado por equipos de Primera División del fútbol de AFA y otros deportistas reconocidos.
—¿Qué generó ese cambio repentino de objetivos?, porque los deportistas se orientaban a eventos y pasó lo impensado.
—El coronavirus no sólo impacto en los deportistas, es una universalidad. Irrumpió y sorprendió a la sociedad a nivel global. Después de esa sorpresa, extrañeza, incertidumbre, hubo que trabajar en tener una mirada diferente, y eso es lo que traté y trato de trasmitir a deportistas, entrenadores, cuerpos técnicos.
—¿Cuál fue tu mirada para abordar esta circunstancia?
—Mi postura fue la singularidad de dar respuesta a cada situación en particular, no creo conveniente mirar en forma global. Lo saludable es mirar el lugar, cada ciudad y cada deporte. Me gusta remarcar una palabra que utilicé desde un principio: es atravesar. No había que “minimizar” sino atravesar. Si bien la palabra utilizada fue “aislamiento”, el deportista no quedó solo. Se pudo mantener en contacto con su entrenador, su equipo, de otra forma y todos buscaron la forma de continuar preparándose de otra manera.
—¿Cómo lo tomó el deportista en general desde tu rama que es lo psicológico?
—Se llama estilo de afrontamiento. No es cómo me paro en la situación sino cómo lo pienso. El entrenamiento se adaptó al día a día. Esa fue la clave para bajar el nivel de incertidumbre y ansiedad del deportista. Las características fueron diferentes, lo que se evitó fue pensar en la urgencia de entrenar en la condiciones que había o “estoy perdiendo todo lo que tenía”. Ese pensamiento es aferrase a un ideal que por el momento no puede ser. Pero afortunadamente, el deportista tiene esas herramientas porque la competencia ofrece esas características, si bien nunca fue algo tan extremo.
—Pero hubo deportistas que manifestaron entrar en crisis…
—Sí. Es que aparecieron inseguridades, incertidumbres, de quienes vivían para una actividad que no pueden realizar y eso es normal, y es mejor que lo hayan expresado. No pueden visualizar una competencia, porque nadie puede saber cuándo y cómo va a ser, y es natural que aparezcan estas crisis. Lo anormal hubiera sido que no se dieran.
—¿Hubo más o menos consultas?
—Las demandas fueron de características diferentes desde que empezó la pandemia. Ahora nos acomodamos y ya la estamos atravesando. El deportista es consciente de que puede trabajar en el día a día, permitiéndose que hay días que el nivel de entusiasmo y predisposición no son iguales. Hubo que bajar el ideal y la expectativa sobre los eventos de esta temporada, y lo que tuve que trabajar fue el nivel de exigencia en el entrenamiento, porque no están las condiciones que existían.
—¿Qué pensás de la demanda que tenía la gente por salir a correr o ir al gimnasio?
—La necesidad de hacer una actividad física se tuvo que controlar, eso era inevitable. Me parece bien que se haya puesto la mirada en mantener los clubes, porque el club nuclea, acompaña y da contención, y es el lugar ideal para retomar el deporte, ahora que nos dimos cuenta de que la actividad física era tan importante y necesaria.
—¿Cómo debería ser ese “nuevo comienzo”?
—Sería muy bueno pensar que el deporte sea un lugar de inclusión, pero genuino; de generar programas de acceso y permanencia en el deporte, porque la sensación fue: “cuando no lo tuve no lo valoré”. Me abrumó que invadieran las redes con ¿qué hacer en la cuarentena?, es bueno darse la oportunidad de aburrirse, es como que hay un imperativo de tengo que estar entretenido todo el tiempo.
“Considero que si la gente extrañó el fútbol de amigos del fin de de semana, si era tan importante ahora que no lo pudimos hacer, cuando se pueda hay que generar más espacios, para encontrarse y practicar y que perdure en el tiempo”, expresó Márquez.
—Y el fútbol, ¿era lo intocable, más en una provincia como esta, tan pasional?
—En todo esto siempre había una frase “el espectáculo debe continuar”. Y esta vez lo saludable fue: la pelota se paró. No se podía seguir al costo altísimo de afectar la vida. En esto de cómo vamos a volver, hay que plantearse cómo queremos volver, porque hay conflictos que deberán replantearse y pienso que hay que dar espacio a quienes generan los valores en un club. Hay que trabajarlo con niños y adolescentes, para que no haya abandono, en situaciones normales había una alta deserción de abandono deportivo.
—Un deporte sin resultados ¿pierde la motivación?
—Por el momento está la ausencia de competencia, pero perder la motivación depende mucho de quienes ocupan otros roles: el dirigente, el técnico, los presidentes de los clubes. Deben tomar la apuesta a la continuidad y después de este parate hay que volver de una manera diferente.
TRAYECTORIA
Marcelo Márquez trabajó con el plantel de Primera División de Rosario Central y con el equipo juvenil femenino de hockey sobre césped de Vélez. Además, con deportistas individuales como Germán Chiaraviglio. Trabaja desde hace 15 años en el área de psicología deportiva de la Secretaría de Deportes. Trabajó desde las Eliminatorias Sudamericanas en el cuerpo técnico de Ricardo Gareca cuando Perú logró la clasificación al Mundial de fútbol de Rusia 2018. Acompañó a Germán Chiaraviglio en los Juegos Olímpicos de Río 2016. Y está vinculado a los deportistas de alto rendimiento de la Provincia de Santa Fe.