Fuente: sitio Pelotazoenlared
El fondista paranaense Marcos Julián Molina atraviesa una de sus mejores etapas en el atletismo y ostenta importantes marcas a nivel nacional. En la altitud Cachi se prepara para el Sudamericano. Los pormenores de un deportista que salió de San Agustín, dejó el fútbol de Peñarol, vendió empanadas para ser el mejor tiempo de los 21K de Buenos Aires.
Entrenando en Cachi, Salta, el paranaense se prepara para el Campeonato Sudamericano de Atletismo. No por nada está a más de 2350 metros de altura, experiencia que la está realizando por cuarta vez. “Lo hacemos para subir glóbulos rojos que nos permite obtener una mayor oxigenación para cuando volvamos a entrenar para la competencia a nuestro lugar habitual. Si bien nunca me apuné, hay chicos que sí y yo a veces les digo que hay que hacer como que estás en tu casa y así vas a olvidarte de la altura y tener un buen entrenamiento”, señaló.
De cara a su participación en el Sudamericano, Julián señaló: “Tengo que lograr mi sueño porque ahora con esta marca es posible una medalla porque sé que se puede dar y también quiero acceder a una beca del Enard, que siendo medallista puedo tenerla”. Estará participando el viernes 14 de mayo en los 10.000 metros llanos y el domingo en los 5.000 metros llanos. Si bien clasificó a los 3 mil con obstáculos, reconoció que no estará porque sería una demanda aún mayor competir los 3 días seguidos
Aunque hay que ir día a día por el avance de la segunda ola en el país, aún está todo confirmado y por eso los entrenadores recomendaron ir a Cachi. “Es más que nada para la concentración porque a los glóbulos no los voy a subir más de los que tengo, ya estuve el mes pasado. Lo que busco ahora es una concentración y bajar dos semanas antes, entrenar y adaptarme nuevamente al clima de abajo y entrenar con mis compañeros”.
No bajar los brazos le permitió a Julián cumplir uno de sus sueños que es representar a la Argentina en una competencia internacional. Será en las pruebas de 10 mil metros y 5 mil metros en el Sudamericano a realizarse en mayo en el complejo del Cenard. Pero ese objetivo le fue esquivo por un tiempo. En 2019 intentó incursionar en maratón pero los malos resultados obtenidos lo hicieron desistir.
«Intenté la marca para Tokio en Sevilla pero por cosas de la vida no se me dio y por ahí me apuré sabiendo que tenía muchos años por delante para preparar 40k. También ese mismo año pude correr en Berlín ya que estaba por Madrid al haber clasificado por ganar una carrera en Argentina. Tampoco me fue bien y como quedé frustrado dije que no era mi momento y que tenía que volver a mi distancia»
Y la pandemia y el confinamiento también le jugaron en contra. «Me volvió el bajón de decir que todavía no podía representar a mi selección, que no lo pude conseguir con el fútbol pero sí con el atletismo».
Desde ese Julián Molina que empezó a correr por hobby al atleta de hoy, hay un gran cambio desde la forma de entrenar hasta el momento de competir. “Elias Uner sabe las condiciones que tenía cuando arranqué, sabía que entrenando de lleno podría alcanzar cosas y eso que me veía correr fuerte con varios kilos encima. Pero soy aguerrido, me gusta siempre superarme un poco más”, sostuvo.
El ímpetu de superación siempre estuvo y puso como ejemplo el objetivo que le impuso un entrenador y él fue por más. “Me pedía que salga a correr más para ser campeón argentino o mejorar mi registro. Tenía 28’ 59’’, me pidió que lo baje a 28’ 50’’, pero me puse en la cabeza que quería 28’ 30’’. Y bueno me terminó saliendo 28’ 33’’, tan mal no estuve. Eran objetivos donde podría haber muerto por el ritmo en que se gira, con un promedio de vuelta a 1’ 08’’. Gracias a dios pude girar parejito, porque si giraba dos vuelta más fuerte me mataba”, contó.
ENTRE LOS MEJORES DE ARGENTINA
La carrera de Julián está en continuo ascenso y el tiempo obtenido en los 10 mil metros en el Campeonato Argentino de Atletismo (28 minutos, 33 segundos y 90 centésimas) le permitió ascender al 3er puesto del top ten del Ranking Argentino Permanente.
“Fue una carrera dura porque llovía mucho y terminé viendo en ese tiempo. Estoy por detrás de Antonio Silio (27:38.72) y de Marcelo Cascabelo (28:28.22). Mis marcas son logradas en Argentina por que no he tenido la posibilidad de correr en Europa donde podría mejorar un poco más”, reconoció.
Además se ubica en el 5to puesto (13:42.21) en los 5.000 metros llanos por detrás de Silio (13:19.64), Javier Carriqueo, el concordiense Federico Bruno y de Macelo Cascabelo.
“Me falta el roce internacional por eso siempre quise representar al seleccionado y estoy a menos de un mes de hacerlo. Las marcas que meti son muy buenas, la Confederación Argentina me ayudó esta vez para que suba a Cachi a prepararme. Tengo chances de pelear por una medalla”.
RUTINA EN LA ALTURA
A más de 2.300 metros de altura sobre el nivel del mar demanda una rutina equilibrada entre trabajo y descanso que debe ser respetada para que tenga efecto. La jornada comienza con un desayuno entre las 7 y 7.30 de la mañana y a las 8 ya está en la pista entrando en calor. “No es joda entrenar acá arriba, hay que dormir siesta por eso trato de ser un poco ordenado por el descanso y además hay que hidratarse bien. Pero me levanto, desayuno un té con dos tostadas con queso untable y me voy”, señaló el paranaense que semanalmente corre entre 160 y 170 kilómetros pensando en los objetivos de 10 y 5 mil metros.
“Termino de entrenar 9.30, me voy al río que viene de deshielo me meto unos 15 minutos para recuperar las piernas. También hago un poco de gimnasio. Y entre 12.30 y las 13 tengo que terminar de comer para tratar de dormir una hora o dos de siesta que hace muy bien. Luego meriendo a las 17 y una hoa después nuevamente a entrenar cosa de las 17 merendar y a las 18 entrenar nuevamente”, recordó.
En Cachi no está sólo ya que comparte la diaria con atletas como con la santafesina Carolina Lozano que ene sudamericano competirá en los 3.000 con obstáculos, el salteño Martín Reynaga y Federico Bruno. “Es lindo que podamos compartir fondos porque por ahí los entrenamientos son diferentes dependiendo de cada entrenador porque cada uno tiene su librito”.
En el GP Sudamericano en Concepción del Uruguay se quedó con los 5.00 metros llanos (13 minutos y 42 segundos). y sorprendió en los 3 mil con obstáculos “porque corrí abajo de los 9 minutos y sin entrenar”
La historia de Julián es de esfuerzo, perseverancia, dedicación y mucha humildad. Desde barrio San Agustín primero incursionó en el fútbol, integró selecciones paranaenses, y por esas cosas de la vida, y por iniciativa de su tía, corrió una maratón de 10K que completó en 40 minutos. “Al año volví y me crucé con el maestro Elias Uner que vio mis condiciones, me ayudó a mejorar la alimentación porque era un desastre. Hasta que un día le dije a mi viejo que quería ser atleta y no vivir toda la vida de la rotisería y lo entendió”, recordó. Así es que se fue a entrenar a Rosario al club Atenas y trabajó en una empresa vial en Puerto San Julián, en una fábrica de heladeras y luego en una de bicicletas .
Y en 2018 saltó a la fama tras ser el mejor argentino en los 21K de Buenos Aires con 1 hora, 4 minutos y 18 segundos. No solo por ser el más rápido, sino por la manera de conseguir los fondos para poder participar. Para esto vendió 40 docenas de empanadas junto a su novia. Emprendimiento que siguen llevando a cabo sus suegros, ya que él decidió abocarse por completo en en su carrera y en conseguir un lugar en los próximos Juegos Olímpicos.
A fines de 2020 Julián contrajo coronavirus “por gente irresponsable”. “Pude vencerlo el 31 de diciembre y volví fuerte con la cabeza motivadora que tengo. Durante enero y febrero entrené solo a mi ritmo y en marzo subí y estando solo 23 días”.
“Me costó como a todos estando 15 días encerrados, estaba planchado en la cama, no pedí el olfato pero si fiebre alta. Por suerte no me quedaron secuelas” aseguró el atleta. Pese a eso, sigue manteniendo todos los cuidados porque “si se enferma uno caen todos. El mes pasado les decía que si se contagian se perdían los objetivos, por eso tratamos de estar tranquilos y relajados”.