FIGURAS EN EL RECUERDO
Los primeros Campeonatos Nacionales Juveniles (hoy, categoría sub-20) se realizaron hace exactamente medio siglo, en La Rioja. En aquel momento, y por una década más, dicha categoría fue u-19 y en aquella primera temporada tuvo un excelente nivel en la Argentina. El equipo surgido del Nacional en la pista riojana participó al mes siguiente (9 al 12 de octubre) en el Campeonato Sudamericano, en el Estadio Pascual Guerrero de Cali y terminó al frente de todas las categorías: damas, varones y generales, acaparando 11 medallas de oro, 10 de plata y 5 de bronce. Entre los valores destacados del equipo se encontraban dos atletas chaqueños que, al no contar con federación provincial en ese momento, representaban a Tucumán en las competiciones nacionales: el garrochista Timoteo Augusto Buckwalter y José Luis Báez quien, durante el Sudamericano, se proclamó campeón de 400 y subcampeón de 800. Ambos recibieron becas para estudiar y competir en Estados Unidos: Buckwalter se trasladó a California, Báez a Texas. Y siguieron por unas pocas temporadas en la categoría mayores.
Pero la figura emergente de aquella generación era una velocista, Irene Fitzner. Tenía apenas quince años, ya que nació el 12 de octubre de 1955. Fitzner asombró pocos meses antes, cuando apareció en el ambiente de los torneos metropolitanos en representación de la Sociedad Alemana de Gimnasia, con sede en Los Polvorines, otra cantera de talentos (allí militaban los hermanos Juan y Emilia Dyrzka, velocistas como Roberto Schäefer, Roberto Höeger y Juan Nist, entre otros).
En su primer Nacional de Menores, en la pista del Liceo Militar General Paz en Córdoba (1969), Irene ganó tres pruebas: 80 y 100 metros, y el relevo con la FAM. Y a las pocas semanas, se lucía entre las mayores. En noviembre de ese año, la pista de GEBA recibió dos torneos internacionales, el ya clásico Pierre de Coubertin que organizaba Sudamérica y “Bodas de Oro”, en el cual se celebraba el medio siglo del atletismo federado en nuestro país. Entre los visitantes, se encontraba una delegación sudafricana –algo extraño, ya que a los atletas de ese país se los mantenía alejados de las citas oficiales por la política de discriminación racial de su gobierno- y fue una de sus exponentes, Claudina van Straaten, quien venció en los 100 metros del Coubertin con 12s0, seguida por la uruguaya Josefa Vicent con 12s3. Allí Fitzner quedó tercera (12s6). Y a la semana siguiente, con otro triunfo de la sudafricana en 11s8 (seguida ahora por la peruana María Luisa Vilca con 12s2), Fitzner progresaba también hasta 12s2. Esa temporada del debut cerró para Irene con una victoria que resultó impactante: los 100 metros en el Campeonato Nacional, también en la pista de GEBA. Con sus 14 años se convirtió en la más joven ganadora de esa prueba en el historial del torneo. Marcó 12s.0, delante de Susana Acatto (12s2) y la santafesina Alicia Kaufmanas (12s3), quien había representado al país en los dos últimos Juegos Olímpicos. Las marcas no se homologaron por el viento a favor (2,3 ms) aunque indicaban sus formidables condiciones. Y también contribuyó al triunfo en la 4×100 junto a Acatto, Alicia Masuccio (otra atleta que había deslumbrado desde juvenil) y Nuria Solé.
En la temporada de 1970, y tras vencer en La Rioja (12s3 en 100, 26s5 en 200 y el relevo), Irene encabezó la mencionada formación nacional al Sudamericano Juvenil. Logró el hectómetro con 12s4, delante de la peruana Edith Noeding, quien luego fue una gran especialista de los 100 metros vallas (oro panamericano en México 75) y en las pruebas combinadas. Sobre 200 metros, Fitzner triunfó con 25s2, aventajando por una décima a su compañera de equipo Beatriz Allocco. Esta, surgida de la misma generación y que por entonces militaba en Luz y Fuerza bajo la guía de Don Pancho Mura, era otro talento que –años más tarde y ya entre las mayores- se convertiría en la mejor velocista del historial argentino. Fitzner y Allocco unieron sus fuerzas, como lo hicieron tantas veces, para el triunfo en la 4×100 junto a Masuccio y Patricia Morone, con un registro de 47s.9.
El torneo internacional Pierre de Coubertin, impulsado por Pedro Cáccamo (recientemente fallecido), era la gran fiesta de aquellos tiempos y la mejor oportunidad de competición para los nuestros. En esa edición de 1970 llegaron figuras de primera línea europea como el fondista español Javier Alvarez Salvado, el mediofondista italiano Giuseppe Ardizzone y su compatriota Sergio Leani en las vallas, el francés Pierre Colnard (sus 19.38 m. en lanzamiento de bala constituyeron la mejor expresión técnica). También estaban los mejores atletas sudamericanos, incluyendo la brasileña Aída dos Santos, cuarta olímpica en salto en alto. Y fue en ese torneo, el 7 de noviembre de 1970, cuando Fitzner corrió los 100 metros llanos más veloces de su vida, con apenas quince años. En las series marcó 11s.8, igualando el récord argentino absoluto que ostentaba otra ex olímpica, Susana Ritchie. Y repitió la marca en la final, quedando tercera detrás de las sudafricanas Boltan (11s5) y van Straaten (11s6), aventajando a la multicampeona sudamericana, la brasileña Silvina das Gracas Pereira (12s0).
El futuro parecía abrirse para Fitzner, quien al año siguiente integró los equipos nacionales de mayores en los Juegos Panamericanos de Cali y en el Campeonato Sudamericano, en Lima. Llegó a las semifinales en 100 y 200, quedando quinta y séptima respectivamente, y marcó 11s.94 (con viento a favor) en sus eliminatorias del hectómetro. Y la posta 4×100, que integró junto a Angela Godoy, Cristina Filgueira y Allocco, terminó 7ª. en 46s.72, mejorando en cuatro centésimas el registro nacional de la cuarteta olímpica de Tokio. En el Sudamericano de mayores, en Lima, la vencedora de los 100 metros fue una atleta local, su conocida María Vilca, quien marcó 12s0, quedando Fitzner a tres centésimas. Pero triunfó en la 4×100 con una de las mejores formaciones del historial argentino y que registró 46s7 manuales: Liliana Cragno, Angela Godoy, Beatriz Allocco e Irene Fitzner. En ese campeonato, la Argentina conquistó por última vez el título sudamericano femenino, algo que –desde entonces- nunca se le escapó a Brasil. El balance de aquel 1971 también incluyó su participación en el Nacional de mayores, donde marcó 11s9 y quedó segunda (ganó Cragno con el mismo registro), venciendo también en el relevo.
A pesar de brillar en la categoría superior, Fitzner siguió asistiendo a los Nacionales de Menores (eran u17 en esos tiempos) donde, obviamente, resultaba imbatible. En Lomas de Zamora (1970 y 1971) ganó los 100 metros, la posta corta… y el lanzamiento de bala, otra prueba en la que también incursionó.
En vistas de los Juegos Olímpicos de Munich, el gobierno alemán le otorgó becas a deportistas argentinos para que se prepararan bajo mejores condiciones de infraestructura y con tiempo en la entonces República Federal Alemana. Irene fue designada por la Confederación Argentina junto a otro promisorio valor como el mediofondista entrerriano Carlos Dalurzo y nuestro recordman de salto en alto, Luis Bruno Barrionuevo. Antes del viaje, Fitzner había ganado los 100 metros y la posta durante los Juegos Rioplatenses en Montevideo, un tradicional encuentro entre los seleccionados de Argentina y Uruguay, que luego se discontinuó. Pero en aquel ciclo de preparación en Alemania, Irene sufrió algunas lesiones que no le permitieron alcanzar el rendimiento esperado en la cita olímpica (quedó octava en su serie con 12s51).
Serían aquellas lesiones las que, finalmente, motivaron un cierre en su campaña atlética. No obstante, en el 73, aún se lucía en las pistas. Era un gran momento para nuestras velocistas, Allocco también ya brillaba en mayores, aparecía otra juvenil promisoria desde Villa María (Belkis Rosa Fava) y la dupla del Atlético Olimpia que formaban Liliana Cragno y Angela Godoy –bajo la conducción técnica del profesor Díaz Orbán- daban espectáculo en los torneos. Fitzner asistió a un Nacional Intercolegial en Córdoba, a mediados de octubre, donde lógicamente fue la gran figura (12s1 en 100, 25s2 en 200 y 11.54 en lanzamiento de bala). Y la nueva convocatoria del Pierre de Coubertin, esta vez en la pista del Parque Chacabuco ante una multitud, recibió a aquella generación de grandes velocistas: Fitzner marcó 12s2 en los 100 metros y sólo le alcanzó para el quinto puesto (Cragno quedó segunda, delante de Allocco y Godoy). La vencedora fue Elfgard Schittenhelm, una alemana que marcó 11s6… Al año siguiente, con apenas algunas incursiones en lanzamiento de bala, Irene Margarita Fitzner se alejó del atletismo. Pero quedó su magnífico legado… y un espíritu atlético en familia: una de sus hijas es Jennifer Dahlgren, la mejor lanzadora de martillo de nuestro historial.
Imagen. Ante un Parque Chacabuco colmado a principios de los 70, las grandes velocistas argentinas de la época en una final de 100: Allocco, Godoy, Cragno, Fitzner y Fava.