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Guillermo Ruggeri, en su tierra mendocina

12/01/2018
Por Juan Pablo Torre / Mendovoz.com

Después de un año lleno de logros -el más destacado en su carrera, como lo definió él-, MendoVoz accedió a un mano a mano imperdible con el mejor atleta argentino en pista de la actualidad: Guillermo Ruggeri. El deportista comenzó como decatleta y hace poco más de un año se pasó a los 400 metros con vallas, disciplina en la que está rompiendo todos los récords y las marcas nacionales.

Guillermo, de 25 años, es nativo de Maipú pero para desarrollar su carrera deportiva tuvo que instalarse en Buenos Aires hace diez años en el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (CENARD), en donde becan a los mejores atletas del país para que puedan desarrollar su carrera.

Como siempre sucede, para fin de año, Guillermo pasó por Mendoza, adonde vino a pasar las fiestas junto a su familia y a continuar con la pretemporada. Además está estudiando el Profesorado de Educación Física, y es hincha de River Plate y fanático del Indio Solari. Ruggeri nos recibió en el polideportivo Juan Domingo Ribosqui, lugar donde empezó a dar sus primeros pasos junto a Manuel Aidar, su entrenador en la infancia.

-¿Cuál es la sensación de estar acá, donde empezó todo?

-Siempre vuelvo a Maipú porque me encanta, me libero de tensiones, me relajo. Esta siempre va a ser mi casa. En esta oportunidad vine con mi novia y mi mejor amigo, quienes me acompañan siempre a entrenar para que no esté solo.

-¿Cómo arrancaste con el atletismo?

-En realidad me inicié en Coquimbito, en una escuela de fútbol. Ahí había una profe, Daniela Ocaña, y ella me dijo que me probara en el atletismo. Hasta ese momento no se me había cruzado por la cabeza practicar esta disciplina. Ella me dio la idea porque vio que era rápido y me encantaba correr, y la verdad es que cuando arranqué me empezó a gustar y a la vez me di cuenta de lo difícil que era, pero eso no me frenó ya que me gustaba lo que hacía.

-¿Cómo fue lo de irte a Buenos Aires de tan chico?

-Me fui cuando tenía 15 años. En el 2008 gané los juegos Evita en Mar del Plata y en ese momento comenzó mi carrera en el atletismo. En mi familia me apoyaron desde el primer momento porque sabían que me gustaba lo que estaba haciendo. Además, al principio tenía la posibilidad de venir bastante seguido a Mendoza; después, con el paso de los años y los compromisos se complicó un poco más.

-¿En qué parte de la preparación estás?

-Después de los Juegos Universitarios de Taipei (China) me tomé una semana de vacaciones y ahora estoy en plena pretemporada. Me encuentro en la fuerza máxima en la pista para saber cómo estoy parado de cara a lo que viene.

-¿Cómo entrenás cuando no tenés a tu equipo de trabajo?

-Mi entrenador, Carlos Yoyo López, es muy estricto con el tema de las rutinas y las planificaciones; él me manda todo armado para un mes completo y, dependiendo de cómo me siento, la vamos modificando.

-¿Cómo fue el paso del decatlón a los 400 con vallas?

-Tener la posibilidad de ir a Europa y codearme con grandes atletas y equipos de trabajo me cambió la cabeza. Entonces, cuando volví de la gira me di cuenta de que en el país no hay entrenadores especializados en pruebas combinadas. Además, en un momento me cansé un poco del decatlón porque sentía que estaba un poco estancado y terminé decidiéndome por los 400 con vallas, ya que dentro de la especialidad marcaba buenos tiempos en los 400 llanos.

-¿En algún momento pensaste en abandonar?

-Sí, después de un torneo en Río de Janeiro (Brasil) en donde llegué lesionado y no tuve una gran performance. Después de eso, mi novia Fiorella me presentó a Yoyo López, quien me dijo que teniendo en cuenta mis aptitudes físicas podíamos probar con los 400 con vallas. Y en las primeras tres carreras que tuve ya estaba en el top 5 nacional y a la sexta batí el récord argentino.

-¿Cuáles son los objetivos para este año?

-Tengo una competencia en Perú y los juegos Odesur en Cochabamba (Bolivia); eso como primera medida. Un objetivo a largo plazo son los Juegos Olímpicos Tokio 2020. También tengo una serie de torneos programados en Chile, Uruguay y Paraguay.

-¿Cómo estás posicionado en Sudamérica?

-Sacando a dos brasileños, que son los mejores en la actualidad y tienen las mejores marcas, soy el tercero.

-¿Al Sudamericano fuiste buscando el Mundial o se terminó dando?

-A principio de 2017 hice una de las mejores marcas después de mucho tiempo (50”36) y con ese tiempo quedé segundo en el top permanente nacional. Eso me dio un indicio de que en el Sudamericano podía pelear una medalla y fui con ese objetivo, que por suerte se dio.

-¿Cómo fue compartir el Mundial con atletas reconocidos mundialmente?

-Para mí ya era una locura estar ahí. Apenas llegué, empecé a ver a los deportistas que seguía por las redes sociales y estar ahí con ellos fue una motivación extra. Llegué con la marca 35 de 40 competidores que había. Cuando pasé a semi estaba 24o y, lamentablemente, en la semi me descalificaron por pisar otro andarivel. Si no, quedaba en el 11o puesto.

-¿Es difícil llegar a alto nivel en tu disciplina?

-En el atletismo hay que perseverar, no hay otro secreto. Lo ideal es no dejarlo de lado ni un solo día, porque cuando vas a retomar te cuesta el doble. Hay que tener mucha conducta.

-¿Cómo hace un atleta para financiarse?

-Vivo en el CENARD, así que no tengo gastos de alquiler ni comida, y estoy muy agradecido de estar becado ahí. Después, el tema de subsidios y becas se va dando a medida que vas obteniendo resultados en las diferentes competencias. Se puede vivir, pero lo ideal es tener algo para el futuro, por eso estoy estudiando Educación Física.

-¿Cómo está formado tu equipo de trabajo?

-Está formado por Yoyo López, que es mi entrenador de pista; Gabriel Lemme, mi preparador físico; Juani Fontana, que es mi kinesiólogo; César Juárez, mi masajista, y un deportólogo. Es un grupo que trabaja muy bien, y para mí, todos son muy importantes.

-¿Qué le podés decir a un chico que recién empieza en el atletismo? 

-Para mí, es la madre de todos los deportes porque te preparás físicamente al máximo. Es un deporte que te obliga a hacer vida sana, te encamina a una buena vida, sin dudas.