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Guayaquil, Lima y la nueva era del sprint argentino

19/07/2021
Las actuaciones de la nueva generación de velocistas argentinos en los recientes Campeonatos Sudamericanos, tanto de mayores como juniors, abren la esperanza de que en esta especialidad –tan excitante como difícil y competitiva- nuestro atletismo vuelva a cobrar relevancia internacional.

A pesar de las múltiples dificultades que tienen que afrontar como la mayoría de los atletas en medio de la pandemia (restricciones de movilidad, y también de entrenamientos, incertidumbres por los viajes, ausencias de competencias), en los últimos dos años se viene produciendo en las pruebas de velocidad un gran repunte técnico. Y la esperanza común es que, una vez que se pueda superar la dura situación, esta generación de velocistas pueda consolidarse en los primeros planos.

El atletismo argentino contó con sprinters de primera clase mundial, capaces de colocarse en las finales olímpicas como fueron los casos de Carlos Bianchi Luti (5° en los 200 metros de los Juegos de Los Angeles 1932), Gerardo Bönnhoff (6° en la misma prueba, dos décadas más tarde en Helsinki) y el relevo 4×100, que alcanzó el cuarto puesto en los Juegos de Berlin (1936), en la misma carrera en la que Jesse Owens logró su cuarta medalla dorada. Nombres como aquellos, y también Juan Pina, Adelio Márquez, Luis Vienna, Andrés Calonje o, entre los más cercanos, Carlos Gats, están inscriptos en las páginas doradas de nuestra velocidad.

Pero, inclusive a nivel sudamericano, no se pudo mantener el progreso técnico en la especialidad. Los últimos títulos en el Sudamericano de mayores correspondieron a Bönnhoff (en 1947 sobre 100 metros, en 1952 sobre 200) y Calonje (en 1969 sobre 400), siendo el último de los impactos en esa categoría el triunfo de Gats en el Iberoamericano del 94 en Mar del Plata. Gats, quien alcanzó una semifinal mundialista en los 200 llanos, también mantiene desde hace casi veintitrés años los topes nacionales con 10.23 en 100 –igualado por el bahiense Gabriel Simón- y 20.37 en 200.

A pesar de que en 2020 se desarrollaron muy pocas competencias, el ascendente nivel de la velocidad argentina comenzó a notarse. Allí ya brillaba Franco Florio, cuyo registro de 10s.24 al conquistar el Campeonato Nacional en Rosario lo dejó apenas a una centésima del récord absoluto. Otro de los atletas del club Quirón y procedente de Suipacha, Elián Larregina, se apoderó a principios de esta temporada del récord de los 400, siendo el primer argentino por debajo de los 46 segundos (lamentablemente, el Covid que le afectó semanas antes del viaje a Guayaquil le impidió lucir en el Sudamericano).

Florio hizo su aparición en el ese Campeonato con un 5° puesto en los 100 metros, registrando 10s.49w. Y allí la revelación argentina fue un velocista de Cruz de Piedra (Maipú, Mendoza), Agustín Nahuel Pinti. Ya se había destacado al ganar el Nacional con 10s.56–Florio, lesionado, no pudo participar allí- y ahora logró el cuarto lugar del Sudamericano, también con 10.49w. Fue un anticipo de su gran actuación en los 200 metros donde, con otro cuarto puesto y una marca de 20s.93, estableció el récord nacional de la categoría u23.

Nunca imaginé meterme en una final en mi primer Sudamericano, siendo el menor entre los que compitió. De esto rescato la experiencia, conocimiento y motivación para seguir”, dijo Pinti en Guayaquil. Entrena en el Polideportivo Juan Ribosqui de su provincia y ya se había proclamado campeón nacional u18 de 200 metros, en 2018. En la temporada siguiente fue subcampeón de los 200 metros en la u20, en Mar del Plata, con su mejor marca hasta entonces (21.83), mientras que tuvo que sufrir la inactividad, al igual que la mayoría, en el 2020.

De la misma generación surge Franco Camiolo, quien comenzó en el club Colonial, en FAM, y ahora integra el equipo de San Lorenzo. Logró el título nacional de los 200 metros con 21s.33 y también se colocó en la final del Sudamericano de Guayaquli, ocupando el sexto puesto y bajando esa marca por una centésima.

Semanas después, el Sudamericano u20 en la Videna, en Lima, ofreció gratas revelaciones para el atletismo argentino con el 1-2 que concretaron Tomás Mondino y Bautista Diamante, tanto en 100 como en 200 metros, sumando también la medalla de bronce en el relevo corto junto a Bruno De Genaro (especialista en 400 vallas) y Pedro Emmert (quien se especializa en 400 y 800 metros).

Los 10s.43 de Mondino, a sus 16 años recién cumplidos, resultaron excepcionales para su edad, además de ubicarse entre los ocho mejores argentinos absolutos de todos los tiempos. Batió el récord argentino de las categorías u20 y u18, y al día siguiente logró los 200 con 21s.24, también marca nacional u18. Diamante, por su parte, progresó hasta 10s.53 y 21s.27 en esas distancias, y sumó dos medallas de bronce, la citada en el relevo corto y otra con el 4×400, en un gran despliegue a lo largo de esas jornadas.

Mondino le devolvió así la supremacía a la Argentina en la velocidad del Sudamericano junior después de una larga pausa. El primer “doblete” le correspondió a Juan Stocker en Santiago de Chile (1960), pero en esa época apenas participaban tres países. Stocker ganó con 11s0 y 21s9, delante del local Iván Moreno, posteriormente convertido en la gran figura del sprint de la región. Stocker, “descubierto” por el profesor Enrique Eleussippi en competencias intercolegiales y atleta del Club Argentino, también era un destacado rugbier –al igual que Florio- y despuntó como notable velocista. Había marcado 10s.4 manuales en su debut oficial, a los 18 años, en la pista de carbonilla de Villa Domínico. Una serie de lesiones le impidieron llegar más alto y se alejó luego de que un desgarro volviera a amargarle, cuando estaba por clasificar sobre 200 metros para los Juegos Olímpicos de Tokio en 1964.

Otro Sudamericano junior en la capital chilena, en 1964, marcó la aparición del platense Andrés Roberto Calonje, llamado a marcar una época del sprint argentino. Calonje ganó allí los 200 y 400 metros, además de ambos relevos, y ya en mayores se apoderó de todas las marcas nacionales (100-200-400), algunas de las cuales tuvieron vigencia por tres décadas, además de cumplir un muy buen desempeñó en los Juegos Olímpicos de México 68.

El historial en los Sudamericanos Junior continuó con los triunfos de Carlos Alberto Ripoll –oriundo de Misiones- quien obtuvo los 100 (10s5), 200 (22s0) y el relevo corto en Montevideo 66. En 1980, en Santiago de Chile, asomaba otra generación destacada –Ernesto Braun ganó en 100, Hugo Alzamora en 200- mientras que en la misma ciudad, siete años más tarde, el santafesino Gerardo Meinardi logró ambas pruebas, además de la posta 4×100. El último triunfo argentino en 100, antes de Mondino, fue lgorado por Miguel Cortese en San Carlos, Uruguay, en 1997 con 11s.03.

Mondino y Diamante fueron dos de los estandartes del equipo nacional que tan lucido desempeño cumplió en Lima, con sus ocho medallas doradas, tras pasar una semana de total incertidumbre por el viaje.

Atleta de la Sociedad Alemana de Villa Ballester, donde entrena bajo la conducción del profesor Hugo Gómez, Diamante ya había mostrado sus grandes condiciones en la última temporada –aún en la categoría u18- al registrar 10s.76 en 100 (10s.63 con viento a favor) y 21s.66 en 200.

Tomás Pablo Mondino, nacido el 27 de mayo de 2005, es hijo de otro velocista –Ceferino Jacinto- que se destacó a principios de la década del 90 y que alcanzó sus mejores marcas personales (10s.57 en 100, 21s.60 en 200) al llegar al podio del Campeonato Nacional de 1996. Fue campeón argentino de la u20 tanto en 100 como 200, en 1990 y 1991 respectivamente, e integró el seleccionado en los Sudamericanos de esa categoría y en esos mismos años, logrando una medalla de plata con el relevo corto y el 5° lugar en 200 en Asunción 1991.

Atleta del Club Ciclista de Rafaela (Santa Fe), su ciudad natal, Tomás Mondino ya se había destacado en el Sudamericano Escolar del 2019 sobre distancias como los 80 y 150 metros. Pero la temporada del 2020 lo vio con las mismas dificultades que el resto de los atletas, hasta que pudo competir y lograr marcas de 10s78 en 100 y 21s68 en 200. Entrevistado por el Diario Uno de su provincia contó: “Pasamos la cuarentena como pudimos. Con el tema del coronavirus no nos dejaban entrenar, tuvimos que hacerlo en las afueras de la ciudad. En Rafaela entrenamos en un velódromo, pero por la cuarentena no lo podíamos utilizar, entonces tuvimos que hacerlo por los caminos de tierra donde no había mucho movimiento y circulación de personas. Aprovechamos los espacios, y al vivir en una ciudad no tan grande, podemos utilizar los espacios verdes con mayor facilidad». Y agregó: “A lo largo del año, pude entrenar en la parte física casi con normalidad, por lo tanto, la vuelta a los entrenamientos, y a la pista en particular fue sensacional. Ya el año pasado venía cerca de lograr buenas marcas, y este año en las pocas competencias que tuvimos me fue bastante bien. Estaba previsto que participe este año de los Juegos Evita, yo estaba recontento y esperanzado de poder hacer buenos registros, pero no se pudo competir por el tema de la pandemia”.

Esta serie de resultados, tanto de quienes recién cumplen sus primeras temporadas en mayores (Florio, Pinti y Camiolo, como los más destacados) y de los aún en las categorías promocionales (Mondino y Diamante como líderes) construyen una nueva ilusión para el atletismo argentino: recuperar el nivel sudamericano, y el aún internacional, en las siempre atractivas pruebas del sprint.