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Gladys Ortega, la admirada atleta mendocina

14/11/2020

CADA / Atletas en el recuerdo

A través de un emotivo mensaje difundido en las redes sociales, y que compartió la comunidad atlética –especialmente quienes vivieron su gran ciclo allá por la década del 70- el profesor Leandro Espínola, desde Mendoza, recordó a la notable lanzadora (y quien también fuera su esposa), Irma Gladys Ortega, una de las mejores especialistas en disco de nuestro historial. Un texto sentido, música y varias fotografías de René Orellana, entre otras, nos trajeron el recuerdo de esta gran atleta.

            Gladys falleció muy joven, el 18 de octubre de 1978, cuando apenas tenía 27 años, por una rápida y cruel enfermedad. Pero dejó un recuerdo imborrable. Por su calidad deportiva pero, fundamentalmente, por sus cualidades humanas, su bondad, su sonrisa y su compañerismo. Fue una de las atletas más queridas y admiradas de su generación.

            Gladys Ortega había asomado junto a una de las mejores “camadas” de atletas mendocinas a fines de los 60, con nombres como Angela Modón y Sofía Módica en juveniles. Y también el propio Espínola –quien fuera uno de los mejores mediofondistas argentinos- y poco después Angel Gagliano, el gran especialista del salto triple.

            En 1968, Gladys fue uno de los puntales de la Selección Argentina que conquistó el Campeonato Sudamericano Juvenil en Sao Bernardo do Campo. Paradójicamente no triunfó allí en su prueba favorita, el disco, donde escoltó a su compañera, la platense Mirtha Salas, pero se llevó la medalla de oro en bala y también fue subcampeona en jabalina, prueba ganada por otra argentina, Ana Julieta Scursoni. Dos meses más tarde, en Santa Fe, Gladys se lució en los Nacionales de mayores al ganar en bala (11.56) y disco (42.16), quedando segunda en jabalina. A lo largo de su campaña, llegó a obtener el título de disco en siete oportunidades (1968, 1969, 1970, 1971, 1974, 1975 y 1977) y el de bala en dos (1968, 1970), prueba en la que también fue tercera en 1971 y 1974.

            En los evaluativos para el Sudamericano de Quito (1969) alcanzó su mejor marca personal de disco -45.24 metros, el 13 de septiembre en Lomas de Zamora– y aunque en las restantes temporadas no pudo repetirla, siempre mantuvo un standard que la ubicaba entre las mejores de la región. Ese mismo año asistió a dicho Sudamericano, logrando la medalla de plata en disco con 41.92 metros y escoltando a la gran campeona de la época, la “eterna” brasileña Odete Valentina Domingos. En lanzamiento de bala, su mejor marca fue 12,58 m., el 27 de mayo de 1973 en Mendoza.

            En aquella época no había tantas posibilidades de competencia internacional, ni circuitos frecuentes. Pero Gladys Ortega integró nuestros seleccionados en todos los Sudamericanos siguientes, alcanzando el cuarto puesto en disco en 1971 (42.07 metros) y retornando al podio en Santiago de Chile 1974 (tercera con 42.90) y en Rio de Janeiro 1975 (nuevamente tercera con 42,24, mientras Odete llevaba el récord sudamericano a 50.78). En su última participación, en Montevideo 1977 y con nuevo triunfo de la brasileña, Ortega fue cuarta con 39.98 m. Además clasificó para los Juegos Panamericanos de Cali en 1971, donde ocupó la 7ª. posición con 44.86.

            Gladys Ortega nació el 21 de mayo de 1951 y aunque familia era de Guaymallén (Mendoza), se trasladaron a Palmira, donde ella comenzó con las actividades deportivas en sus escuelas primarias, Carlos María Biedma y  Martín Miguel de Güemes. Fue en las clases de gimnasia de la secundaria – Escuela de Comercio de Palmira- donde aquel maestro de atletas de la provincia que fue el profesor José Olguín le vio sus condiciones para los lanzamientos y la llevó al deporte federado.

            Ortega junto a Espínola y los otros valores que prestigiaron a Mendoza entrenaban en la pista de tierra de la Agrupación Atlética Palmirense, junto a la cancha del Atlético Palmira. Ella se había recibido de profesora de Educación Física y ejercía en los colegios Nuestra Señora de la Compasión y la Escuela Nacional de Palmira.

            A pesar de su enfermedad y mientras peleaba por su vida en el hospital Emilio Civit pudo dar a luz a su hijo, Leandro Gastón, el 4 de octubre de 1978. Como describió el diario Los Andes ese parto fue el más noble gesto de amor de una gran mujer que peleó hasta el límite de sus fuerzas por aquel esperanzado embarazo, que hizo realidad tras 25 días en una sala de cuidados intensivos entre el dolor y el rictus amargo de la dura agonía. Símbolo de férrea voluntad y espíritu de lucha, no resistió la operación del parto en la que dio vida a esa semilla que había gestado durante nueve meses con su propia existencia”

«Palmira está de duelo, el deporte de Mendoza también», fue el título del diario el 19 de octubre, al despedirla con el respeto, la admiración y la gratitud que su figura merecía. En su homenaje y por resolución del 14 de junio de 1995, la escuela N° 1-716 en el Barrio Belgrano de Palmira se llama “Profesora Irma Gladys Ortega”, al igual que el campo atlético de San Martín y el Gimnasio Municipal N| 3 de la capital mendocina.

La Confederación Argentina de Atletismo, presidida en aquel tiempo por el profesor Hugo La Nasa, también la homenajeó y escribió en su anuario:

            “Llevaba la alegría en su piel. Gladys Ortega era una orgullosa mendocina. Para ella, competir no era más que un encuentro de amistad. Por eso cosechó tantos amigos como récords. Durante diez años dominó la especialidad del lanzamiento del disco en nuestro país. Aun cuando su físico, y hasta su personalidad, no parecían el prototipo de una lanzadora. Fue capitana de la Selección Nacional en el Campeonato Sudamericano de Montevideo. Junto a su esposo Leandro Espínola se brindó entera por el deporte de su provincia. Descubrió, ayudó e incentivó a los chicos que iban surgiendo. Imprevisamente, a los 27 años, una infección la derrumbó. Su niño recién nacido pudo ser salvado, ella no. Nosotros la recordamos. Y no justamente por los números. Más que eso, por la amistad. Por la de todos los viajes y todos los torneos. Por la simpatía en la competencia y en el trabajo. El atletismo argentino la recuerda, siempre, Gladys Ortega”.