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El adiós a un grande: José Vallejo

04/04/2018
Una de las especialidades que le dio mayores satisfacciones al atletismo argentino fue el lanzamiento del martillo. Allí brillaron nombres como Federico Kleger (finalista olímpico) en la década del 30 o, más cercanos, Andrés Charadía y el máximo campeón sudamericano Juan Ignacio Cerra. En esa privilegiada lista  de grandes martilleros hay que ubicar también a José Alberto Vallejo, el mejor atleta del historial de Tucumán, quien dominó la especialidad en nuestra región durante la década del 60 y hasta mediados de los 70, cuando decidió su retiro. Nacido en el «Jardín de la República», el 22 de octubre de 1942, el querido y siempre recordado «Gordo» Vallejo acaba de fallecer -este miércoles 4 de abril.

Vallejo alcanzó su mejor marca de 66 metros y 4 centímetros el 8 de diciembre de 1974 en Bahía Blanca, pocas semanas después de haber retenido su título nacional en Mar del Plata. Aquel registro fue uno de sus tantos récords argentinos y sudamericanos, y todavía hoy se mantiene como la 8a. mejor del historial de nuestro país. Vallejo -líder por personalidad y calidad en las delegaciones atléticas argentinas de su época- alcanzó uno de sus sueños al participar en los Juegos Olímpicos de Munich, en 1972, después que se le frustrara por muy poco su asistencia a México cuatro años antes. Participó en cuatro ediciones consecutivas de los Juegos Panamericanos y se proclamó campeón sudamericano en otras cuatro oportunidades.

En su libro sobre los grandes deportistas tucumanos, Víctor Lupo cuenta que «José heredó la fuerza de su padre José Alberto Vallejo, un empleado de la Cámara de Senadores de la provincia, que era capaz de levantar una bolsa de azúcar de 70 kg. con un solo brazo.  Se crió en el Barrio Parque (o Sarmiento tal cual es su verdadero nombre) sobre la Av. Patria muy cerca del Departamento de Educación Física. Realizó sus estudios primarios en la escuela Bernabé Aráoz y la secundaria en la Técnica». En esa misma edición, Vallejo recuerda que “yo por naturaleza de chico era veloz y fuerte. Tal es así que tengo 11” en 100 mts. sin haber nunca entrenado para correr. Cuando era chico jugaba al fútbol con mis hermanos, pero siempre lesionaba a alguien. Un día pasamos por Educación Física ´con otro vaguito´ y en la pista de Atletismo estaban lanzando la bala y disco. Me entusiasmé y regresé a los pocos días para comenzar a lanzar. En el primer torneo que participé lancé todo mal (tiros anulados) porque no tenía ninguna técnica. De Ramón Delgado recibí entonces las primeras orientaciones en los lanzamientos. En el segundo torneo con 15 años de edad batí el récord tucumano de disco y bala”,a (lanzábamos bala de 7 kg y medio) con una distancia de 12,91 mts“, relata José.

Ramón Delgado en su provincia y Jorge de Hegedus en Buenos Aires estuvieron entre sus instructores. Casado en 1977 con Teresa Inés Ponce, tuvieron cuatro hijos (José Alberto, Ana María del Valle, Franco Alejandro y Silvina Inés). Uno de ellos, Franco, también fue lanzador de martillo. Vallejo, luego de su retiro de las competencias, trabajó  como Intendente de la Casa de Gobierno provincial, donde se jubiló.

Vallejo batió en 12 oportunidades el récord nacional: la primera con apenas 20 años, en 1962, al registrar 54.67, registro que mejoró al año siguiente con 55.82. Allí el santafesino Carlos Marzo -el padre de Adrián, destacado heredero- consiguió recuperarlo con 56.15, pero luego Vallejo inició su hegemonía, además de convrtirse en el primer argentino y sudamericano en superar la barrera de los 60 metros: fue con sus 60.32 m. en oportunidad de los Panamericanos de Winnipeg, el 4 de agosto de 1967. Los últimos ocho récords nacionales de Vallejo también fueron récord sudamericano, hasta dejarlo en los citados 66.04 m. que recién pudo mejorar Andrés Charadía en 1987 con 69,50 m.

En los Campeonatos Nacionales tuvo destacada participación, totalizando 16 títulos: 13 en martillo, dos en disco (1974 y 1979) y otro e bala (1976). Con esa cifra, es el cuarto argentino más ganador de títulos nacionales individuales en nuestro atletismo masculino. Si bien la prueba de martillo era su especialidad, incursionaba con frecuencia en bala y disco. En bala su mejor marca fue 15.07 m., lograda el 20 de noviembre de 1976, al ganar los Nacionales. Y en disco registró 48.76 m. el 22 de abril de 1972 en Montevideo, obteniendo los Juegos Rioplatenses.

Aquellos 13 títulos nacionales de martillo comenzaron justamente en su provincia (en Tucumán 1962, la única vez que fuera sede del campeonato) y se extendieron hasta 1979. Pero Vallejo siguió en los  primeros planos y logró la medalla de plata en 1980, el bronce en 1981 y el cuarto puesto en 1982, antes de su despedida de las competiciones.

Su debut internacional se produjo con el Sudamericano Junior de 1961, en la tercera edición de esta competencia. Allí, con 48.97 m., escoltó al atleta local Hugo Grazioli (quien, curiosamente, también falleció hace pocos días). Vallejo, además, participó en disco en ese Sudamericano ocupando el sexto puesto.

Pero entre los mayores su participación fue sobresaliente, proclamándose campeón en Buenos Aires 1967 (58.84 m), Quito 1969 (61.58 m) y Lima 1971 (62.82). Había debutado con un cuarto puesto en Cali 1963 y el subcampeonato en Rio de Janeiro, dos años más tarde. El uruguayo Darwin Piñeyrúa, uno de sus clásicos rivales en la región, consiguió superarlo tanto en Santiago 1974 (62.99 a 61.55) como al año siguiente (61.20 a 61.10). EN el Sudamericano de Montevideo, en 1977, la Argentina recuperó el cetro a través de Daniel Raúl Gómez, padre de la actual figura de la especialidad, Joaquín. Pero Vallejo -quien había quedado cuarto en esa oportunidad- consiguió su cuarta corona en Bucaramanga, en 1979, donde logró magníficos 63.44 m para terminar delante del brasileño Celso Joaquim de Moraes y del citado Daniel Gómez.

Tuvo el orgullo d e la nominación olímpica para Munich 1972 -por muy poco se quedó afuera de México 68- y en la clasificación logró 60,08 m. En los Juegos Panamericanos consiguió el 4° puesto en Winnipeg 1967 con 60.32, el 5° en Cal 1971 con 59,46, el sexto en México 1975 con 63.76 y nuevamente le 5° en Puerto Rico 1979 con 59.50 m.

También estuvo en los segundos Juegos Iberoamericanos (Madrid 1962) consiguiendo el 6° puesto y en la inauguración de los Juegos Odesur en La Paz (1978) donde fue campeón de martillo con 63.90 m. y subcampeón de disco con 46.76 m.

Un auténtico grande entre los lanzadores argentinos de todos los tiempos.