Hace 40 años, una de las estrellas del atletismo mundial -el vallista estadounidense Edwin Moses– no pudo asistir a los Juegos Olímpicos de Moscú: fue por el boicot de su país (aliado a otros). Eso le impidió ganar lo que, seguramente, hubiera sido otra medalla de oro para su fabulosa colección, la que lo convirtió en uno de los más grandes atletas de la historia.
Pero, para el atletismo argentino, aquella temporada guarda un recuerdo muy valioso: Edwin Moses compitió en nuestro país, durante el gran torneo internacional «Ciudad de Buenos Aires», que también convocó a históricos del atletismo como la italiana Sara Simeoni y el discóbolo estadounidense Al Oerter, cuatro veces consecutivas campeón olímpico.
El 12 de octubre de 1980, en aquel torneo que marcaba la inauguración de la primera pista sintética del país en el entonces Cedena (hoy Cenard), Moses consiguió la 57a. victoria consecutiva de su campaña en los 400 metros con vallas al marcar 50 segundos y 19 centésimas. Su compatriota Bart Williams llegó segundo con 51s38 y luego estuvieron el canadiense Ian Newhouse (51s51), el italiano Ricardo Trevisan (53s44) y los argentinos Guillermo Gago (55s48) y Damián Cismondi (57s26). En la carrera B se impuso Javier Olivar Núñez, uruguayo que residía en nuestro país, con 54s40, seguido por Daniel Díaz Antuña con 54s43 y Juan Carlos Barrera cn 54s45.
Al terminar la prueba, Moses expresó: «Más que a mis rivales, yo respeto a Dios. Todos recibimos algo de El y por eso le dedico mis oraciones antes de cada carrera. Solo tomo al deporte como un comienzo para mi actividad al contribuir en cuánto pueda a luchar contra el hambre y la pobreza».
Moses también le concedió una extensa entrevista al periodista Carlos Bonelli (El Gráfico). Allí se refirió a su extensa racha, en la que se mostraba imbatible (y que duraría muchos años más):
«En una competencia se puede perder o ganar. Esa es la ley. Hasta ahora me tocó lo segundo. Cualquier día me puede tocar lo primero». Bonelli le expresó: «Pero hasta ahora, nadie te gana, sos el único atleta que entra a la pista sabiendo que llega primero». Y Moses apuntó: «Trabajé mucho par ello. Fue constante y creo, inteligente. Amo todo lo que me da el atletismo. Si hasta soy egoísta con ello y por eso dejé de tener entrenador desde el 77. Mis victorias y mis derrotas son mi responsabilidad, de nadie más. Es algo innato de mi personalidad».
En la actualidad, el atletismo mundial cuenta con tres hombres que han convertido los 400 metros con vallas en una de las pruebas más atractivas de la programación: el noruego Karsten Warhoolm, Abderrahman Samba (Qatar) y el estadounidense -de origen antillano- Ian Benjamin.
Sin embargo, difícilmente se podrá superar el legado de Moses, un hombre que acumuló una racha de 122 victorias consecutivas (incluyendo 107 finales) a lo largo de una década, algo que ningún otro atleta ha conseguido en prueba alguna. Moses había sufrido su última derrota el 26-8-77 ante el alemán Harald Schmid y recién pudo batirlo Danny Harris el 4-6-87 en Madrid. A esa altura, Moses ya tenía 32 años y había ganado en dos oportunidades el oro olímpico: Montreal 76 con récord mundial de 47s64 y Los Angeles 84. Sumó una tercera medalla, pero esta vez de bronce, en Seúl 88.
Dentro de esa fabulosa campaña, estableció en cuatro oportunidades el récord del mundo (bajó los citados 47s564 a 47s45 dos años más tarde, luego lo llevó a 47s13 y finalmente consiguió 47s02, la mejor marca de su vida, el 31 de agosto de 1983 en Koblenz). Más adelante llegaría su compatriota Kevin Young en Barcelona 92 con los -hasta hoy- imbatibles 46s78.
Para completar semejante colección, apuntemos que Moses corrió en 45 oportunidades por debajo de 48 segundos !!! Fue el vencedor en los primeros dos Mundiales (1983 y 1987) y en las tres primeras ediciones de la Copa del Mundo (1977, 1979, 1981), que eran las principales competiciones de su época. Nacido en 1955 en Dayton (Ohio), al cerrar su campaña tras los Juegos de Seúl había ganado 178 de sus 187 competencias en 400 metros vallas…
Hoy, el recuerdo de aquel 1980
Moses comparó el aplazamiento de los Juegos de Tokio con el boicot de la delegación estadounidense a los Juegos de 1980 en Moscú, que a su juicio fue «devastador». Esta semana, en una entrevista con Laureus.com, Edwin Moses recordó que hace 40 años el equipo de Estados Unidos vio truncado sus sueños debido al boicot por la invasión soviética de Afganistán.
Moses consideró que aquella renuncia fue «errónea» y apuntó que «fue devastador no poder ir» después de haber estado preparándose durante un año.
«Dejé mi trabajo como ingeniero para entrenar específicamente para los Juegos de 1980, así que fue desgarrador tener que sacrificar mi carrera. Pero fui uno de los afortunados que pudo aguantar otros cuatro años, lo que hizo que pasaran ocho años desde mi primera medalla de oro olímpica en 1976 a la segunda en 1984 en Los Ángeles. Sin embargo, de los 466 integrantes del equipo olímpico de Estados Unidos, hubo 219 que nunca más tuvieron la oportunidad, así que para ellos ese fue el final del camino», lamentó.
Habiendo vivido esa experiencia, Edwin Moses se solidarizó con los deportistas que se sienten «decepcionados» por el aplazamiento a 2021 de los Juegos Olímpicos de Tokio. En este caso, por la pandemia de coronavirus.
«Por supuesto que se tenían que posponer. No había manera de que juntar a cientos de miles de personas en cualquier lugar de la Tierra ahora mismo», expuso.
Él cree que con el boicot de 1980 perdió la posibilidad de sumar una nueva medalla de oro.
«Probablemente habría tenido que caerme, enfermar o fracturarme una pierna para no ganar. Rompí el récord mundial en Milán el 3 de julio de 1980, unas dos semanas antes de los Juegos y lo corrí en 47,13 segundos. La medalla de oro se ganó en 48.6, así que sin duda la medalla hubiera sido mía si hubiera podido recorrer en la pista», remarcó.
«En mi caso, volví a correr dos veces más, en 1984 y 1988, así que tampoco fue una gran desgracia. Sólo me siento mucho peor por los atletas que no tuvieron la oportunidad de competir, los que nunca volvieron», añadió.
Moses simpatizó con la difícil situación de los deportistas que tienen que revisar su programa de entrenamiento para el 2021.
«Algunos atletas necesitarán tiempo extra; para otros esto irá en su contra, pero en cualquier caso tienen 15 meses más para prepararse para los Juegos Olímpicos y básicamente tienen que empezar de nuevo», afirmó.
El exatleta estadounidense cree que el aplazamiento de la cita nipona es perjudicial para la gimnasta Simone Biles, «que ha sido la estrella del último año y está en su mejor momento».
«Estoy seguro de que le hubiera gustado que los Juegos Olímpicos se celebraran porque otro año a su edad para una gimnasta podría ser muy arriesgado, además del factor de las lesiones. Y luego está Kerri Walsh Jennings, la jugadora de voley-playa de los Estados Unidos. De hecho, he hablado con ella sobre eso. Ella tendrá 42 años en ese momento. Es cinco veces olímpica, así que el tiempo no está de su lado, por lo que tiene que aguantar y encontrar la manera de seguir adelante. Así que esas dos estadounidenses realmente personifican los desafíos de los Juegos Olímpicos», subrayó.
En calidad de presidente de la Laureus Sport for Good Foundation, Edwin Moses mostró asimismo su preocupación por que Laureus pueda seguir apoyando los más de 200 programas deportivos comunitarios que ayuda a financiar cada año para ayudar a los jóvenes desfavorecidos.
«Durante 20 años, Laureus se ha comprometido a ayudar a los jóvenes de todo el mundo, a menudo en circunstancias difíciles. Ahora, el coronavirus ha cambiado todas nuestras percepciones. La enfermedad y el miedo a lo desconocido están proyectando una sombra sobre nuestras vidas. Laureus Sport for Good cree en unir a la gente y construir puentes entre las comunidades y los individuos. Hoy en día hay más necesidad de esto que nunca, ya que los países del mundo cooperan para compartir el entendimiento y la experiencia para vencer esta amenaza», aseguró.
Laureus Sport for Good es una organización benéfica mundial que apoya a los niños y jóvenes utilizando el poder del deporte para acabar con la violencia, la discriminación y las desventajas. Opera bajo la creencia fundamental de que la mejor manera de lograr este objetivo es acabar con los problemas sociales que afectan a la generación más joven y cambiar sus vidas para mejor.
En los últimos 20 años, Laureus Sport for Good ha recaudado más de 150 millones de euros para el sector del Deporte para el Desarrollo, alcanzando y ayudando a cambiar las vidas de casi 6 millones de niños y jóvenes desde el año 2000. Laureus Sport for Good apoya actualmente más de 200 programas en más de 40 países que utilizan el poder del deporte para transformar vidas.