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(Entrevista de JUAN MARTINEZ en «Atletas.Info»)
Un afiche en la vía pública, un padre atento a las necesidades de su hija, y un cuerpo que reclama acción. Antes de los récords, antes de los Juegos Olímpicos y los mundiales, antes de esta medalla de bronce en los Juegos Panamericanos, Belén Casetta dio el primer paso en el mundo del atletismo por la combinación de esos factores.
Desde muy chica, Belén descubrió que el movimiento no era sólo una opción para ella, sino una necesidad. Practicó gimnasia, nadó, jugó al básquet y al tenis. Ya en el atletismo, y con sólo 24 años, acumula logros: participó en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016, fue finalista en el Mundial de atletismo de Londres en 2017, y allí batió dos veces el récord argentino y sudamericano en los tres mil metros con obstáculos. Su marca de 9.25.99 cumplió dos años el domingo 11 de agosto del 2019, un día después de colgarse la medalla de bronce en Lima.
“Yo te entreno”
Un día, a los 12 años, volviendo en auto de la escuela junto a Edgardo, su papá, ambos vieron el cartel de una competencia para chicos.
– Me dijo “¿Querés correrla? Yo te entreno”. Aunque no tenía conocimientos sobre atletismo, me preparó para esa carrera. Después de entrenarme, llegó el día, corrí esos 1.200 metros, él les contó a unos amigos, y esos amigos hicieron el contacto con Leonardo Malgor. A partir de ahí, comenzó todo. Desde ahí, el atletismo es parte de mi vida. Me apasiona, lo necesito. Es una necesidad entrenar y competir.
Después de convertirse en la única medallista para el atletismo argentino en los Juegos Panamericanos de Lima, Belén atiende el teléfono en la localidad salteña de Cachi. Belén acaba de llegar, una vez más, al pueblo elegido para entrenar en altura por la elite nacional, para preparar su próxima competencia: el mundial de atletismo, en Doha, Catar.
Hace cuatro años, antes de un Sudamericano, su realidad era muy diferente: sin becas ni recursos, se “coló” en la cabaña de Mariano Mastromarino y Marita Peralta:
– No tenía becas porque estuve muy inactiva por varias lesiones recurrentes que tuve. Y también porque en los sudamericanos no he tenido el rendimiento que estoy teniendo ahora. No era medallista, no agarraba podios. Salía quinta, sexta, séptima en torneos sudamericanos… Les pedí permiso al Colo, a Marita y a la dueña de la cabaña, Graciela, para no tener ningún problema. Ella también me dio una mano al dejarme entrar. Nunca me imaginé ir a un Juego Olímpico con el Colo y con Marita, no me lo esperaba. Quería ser como ellos, alcanzar los objetivos que alcanzaron. Ver cómo entrenan, cómo se alimentan y cómo manejan todo fue una experiencia que me dejaron vivir. Y pude aprender de ellos.
La construcción de un atleta no es lineal, y Belén es un ejemplo. De no agarrar podios, pasó a ser una de las máximas figuras del atletismo nacional. Por eso, es cauta con el hecho de que la suya haya sido la única medalla obtenida por la delegación de este deporte en Lima 2019.
– Siento que en los próximos Juegos Panamericanos varios atletas argentinos van a ser medallistas. Muchos tuvieron sus primeros Juegos en Lima, y esto les va a servir de experiencia para los próximos. Yo tuve mi primera experiencia en Toronto y no tuve una buena actuación: salí séptima. En Lima me afirmé. Muchos pueden dar un salto en los próximos Panamericanos.
Antes de viajar a Lima, en una entrevista Belén no tuvo pudor en contar que iba en busca de una medalla. Esa confianza explica en parte el éxito posterior.
– ¿Es importante “creérsela” para que algo sea posible?
– Hay que ser positivo, nunca pensar “Me va a ganar tal persona”, o desanimarse por el clima o por cualquier cosa que pase. Si uno va con esa mentalidad, ya va negativo. Desde adentro uno se tiene que motivar, pensar en intentar una medalla. Hay posibilidades. Intentalo. Hay que ir a competir y estar positivos siempre: “Qué hermoso día, acá voy a salir a correr y voy a dar todo”. Uno va a apuntar a un 10, y después puede correr en un 7 o un 5.
– ¿Eso se va construyendo o es innato?
– Creo que se va construyendo. Hay varios atletas que conozco que tienen ese tipo de mentalidad negativo y a veces les juega en contra. Yo de chica varias veces pensé en forma negativa. Antes, cuando corría 400 metros con vallas, se me dormían las piernas en la salida del taco. Son cosas que una va tratando de mejorar a la hora de competir. Es ir conocer a tus rivales, agarrar más confianza en la prueba. Se va construyendo.
– En Lima estuviste entre las primeras de entrada, ¿sentiste la medalla asegurada antes de terminar la carrera?
– No, porque no sabía dónde estaba la cuarta. Es más, en la última vuelta traté de apretar porque quería cuidar que no me pasara. Pensé que estaba más cerca, pero venía muy bien, me di cuenta cuando vi el video. En un momento salí a buscar a la segunda, pero ella ya me tenía fichada. Miraba para atrás. Cuando pegué el cambio de ritmo, ella también lo pegó, entonces no alcanzó con el remate que hice.
![Belén Casetta y la bandera argentina, todo un símbolo (foto: @lucasmcurra)](https://cada-atletismo.org/wp-content/uploads/2024/10/bel-bandera.jpg)
Conexión por sangre
Desde el comienzo, el atletismo fue una actividad compartida con Edgardo, su papá. Un espacio común, un lugar de encuentro, de conexión. Él la acompañaba a los entrenamientos, la observaba, la esperaba. La aconsejaba permanentemente. La alentaba. Creía en ella incluso antes de que la propia Belén se tuviera confianza. Él estaba más seguro que nadie de que su hija participaría en un Juego Olímpico. Se lo contaba a sus amigos, llegó a armar planes para viajar a Río de Janeiro.
Pero, como dice la canción de Jorge Drexler, la vida no para, no espera, no avisa, y los planes se vuelven espuma. Edgardo falleció en 2015 luego de luchar contra una enfermedad. Sin embargo, estuvo y está con Belén en cada carrera, en cada momento.
– Lo tengo siempre presente. Fue muy importante y va a estar siempre. No solamente en las carreras, sino en cualquier situación de la vida. Me hubiera encantada que viajara conmigo a Río y me viera en vivo, que me acompañara. Me hubiera gustado ver las sensaciones suyas al verme correr. Igualmente, yo sí sentí que estuvo conmigo. Arriba él está. Siempre me decía “A Río vas”, y yo no sabía si iba a poder hacer la marca mínima. Pero se lo cumplí.
Una descripción fría de los 3.000 metros con obstáculos podría decir que se trata de siete vueltas y media a la pista, 28 pasajes de valla, siete saltos a la fosa y casi 10 minutos de competencia. Pero quienes lo viven en serio, como Belén, saben que es mucho más que eso.