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Así Florencia construyó su nuevo récord de 21k

19/10/2020

Por HERNAN SARTORI / Diario Clarín

https://www.clarin.com/deportes/florencia-borelli-insultos-entrenarse-mar-plata-pensar-chernobyl-lograr-record-historico_0_0RekoIjHl.html

Sábado 22 de febreroFlorencia Borelli sale a jugar a su segunda casa, el estadio “Justo Román” que fue sede del atletismo en los Juegos Panamericanos de Mar del Plata 1995, y gana la prueba de 3.000 metros en 9m14s57. Sábado 17 de octubre. La rubia hace historia grande en el deporte argentino, con su 22° puesto en el Mundial de Medio Maratón, en Polonia, y un nuevo récord nacional de 1h10m30, segunda marca absoluta en Sudamérica. Ocho meses sin competir. Ocho meses de pandemia. Ocho meses en los que incluso tuvo que aguantar que la insultaran en su ciudad.

Cuando a los deportistas de nivel olímpico o de Selección nos exceptuaron del aislamiento, salimos a entrenarnos con mi hermana Mariana por la costa y varias personas nos insultaban. La gente se ponía loca. Para los que no nos conocen era raro, pero estábamos en regla. Fue muy fuerte”, le cuenta Florencia a Clarín desde Gdynia, sede de su proeza deportiva.

Por decencia y para no fomentar el odio, se evitarán en estas líneas las barbaridades que les gritaban. “La agresividad era increíble. A veces reaccionaba Mari y a veces hasta reaccionaba yo, que soy muy tranquila. Pero te levantaste mal ese día y no te bancás ni que te griten un: ‘¿Qué hacés corriendo? Andate a tu casa’”, relata con su voz suave la madre de Milo.

Claro que hubo situaciones bastante más picantes. “Un día antes de viajar a Polonia, estaba trotando suave y un señor me dijo que tenía que usar barbijo para correr. Le expliqué la situación y se picó con tono elevado”, describe. Lo peor lo vivió en la rotonda de Constitución. “Un tipo me pasó al lado con el auto y dio toda la vuelta a propósito siguiéndome para hostigarme. Hay gente que sale a la calle a pelearse”.

Florencia Borelli, la primera de la izquierda, logró el récord argentino en el Mundial de Medio Maratón, en Polonia.

La cuestión es que esta mujer tan diminuta como gigante para el atletismo argentino, acostumbrada a las penurias de ser deportista en un país que pide medallas sin saber el día a día, se trae de Polonia una marca histórica y el orgullo de ser parte de un seleccionado femenino que fue 13°, delante de potencias como Gran Bretaña y España, gracias a que Daiana Ocampo (1h11m50) y Marcela Cristina Gómez (1h14m18; con marca mínima para el maratón de Tokio 2020) también batieron sus marcas personales.

“Está buenísimo que nos haya ido bien a todas, más aún después de tanto parate y de un viaje que tuvo de todo. Es súper ilógico lo que voy a contar, pero me enteré que iba para récord argentino a 150 metros de la llegada, cuando me lo gritaron. Se me abrieron los ojos, je. Iba tan concentrada en la mía que me olvidé del reloj”, relata con simpleza.

No me esperaba esta marca, pero se ve que tenía muchas ganas de correr. Calculo que por los meses de pandemia -argumenta-. Ni lesionada pasé ocho meses sin competir. Fue algo monstruoso en cuanto al tiempo. Con Mari nos preguntábamos: ‘¿Para qué estamos entrenándonos’. No había nada a la vista. Hasta que llegó”.

Florencia Borelli brilló en el Campeonato Mundial de Medio Maratón en Polonia.

Florencia Borelli brilló en el Campeonato Mundial de Medio Maratón en Polonia.

Claro que llegó el día para Florencia. Y como cada atleta lleva la procesión por dentro, la marplatense mostró fortaleza mental y se empujó en algo inesperado: la serie “Chernobyl.

Así lo explica: “Pienso muy poco durante las carreras. Pero hace un mes y medio vi ‘Chernobyl’ y me movilizó mucho por lo duro que fue para el país y la región. Fue una serie que me pegó tanto que no podía comer ni antes ni después de verla. En Polonia, el idioma es tan difícil que se me mezclaba con el ruso de la serie. Qué se yo. La cuestión es que corría y pensaba en algunas partes de la serie”.

La mente es así: mueve los hilos y lleva a lugares increíbles. En una carrera, en la vida y en la lucha cotidiana para combatir desórdenes durante esta pandemia tan difícil de superar. Borelli, acostumbrada a entrenarse cada día, pasó a cero cuando se decretó el aislamiento obligatorio. De ahí en adelante, todo fue paso a paso.

En la pista con mamá. Florencia Borelli y su hijo Milo.

En la pista con mamá. Florencia Borelli y su hijo Milo.

Veníamos de la pretemporada para competir en marzo en el Grand Prix, en el Nacional y en el Iberoamericano. Tenía planificado un viaje a Kenia. Y chau. Borrón y cuenta nueva. Ni siquiera podía salir a la calle. Así que fortalecí la zona abdominal y pude encontrarme conmigo las 24 horas en casa. Por eso volví a valorar hasta poder entrar en calor”, sentencia.

Luego de dos meses en su hogar, llegó la excepción como atleta y pudo de a poco volver a la calle y a la pista. Su hermana Mariana fue su puntal. “Yo estaba más abajo y Mari, bien arriba. Necesitás una compañera que todo el tiempo te levante, entienda el deporte y lo viva igual que vos”, define.

La motivación que necesitaba llegó hace un mes y medio, cuando se confirmó que viajaría al Mundial de Medio Maratón. Todo muy lindo, pero no terminaba ahí la historia. Se hizo un hisopado antes de partir para chequear que fuera negativa de coronavirus. Llegó a Ezeiza y vio “todo desolado, sin bocinazos, vacío, sin gente apurada”. Se subió a un avión hacia Amsterdam con mucha susceptibilidad de la mayoría por los cuidados. Luego aterrizó en Varsovia y 40 minutos más hasta Gdynia.

Allí no terminó la tranquilidad, porque hubo zozobra cuando los hisopados de Ocampo y Gómez eran “dudosos”. Fue un martes 13 eterno hasta que al final todo el equipo argentino, completado por Joaquín Arbe (1h03m55), estuvo habilitado para participar. Llegó el sábado, las cuatro vueltas al circuito, los flashes de Chernobyl, el récord argentino, la segunda marca sudamericana de la historia, el alivio después de 8 meses.

Su sueño será intentar la proeza de clasificarse a los 5.000 metros en Tokio 2020. Y si no se da, lanzarse a ese desafío enorme que es ser maratonista y pensar en París 2024. Al cabo, Mar del Plata y los 42,195 kilómetros olímpicos están unidos gracias a Marita Peralta y Mariano Mastromarino.

Nació mirando el mar y el destino quiso que otro mar, el Báltico, fuera testigo de su logro en el Mundial. “Cuando me dijeron que iba a Polonia, no pensé que sería lindo. Hermosísimo. Divino. Muy lindo. Claro, tienen mar. Y yo amo el mar”, resume. Los insultos de los odiadores seriales quedaron en el pasado. El presente es el récord de Florencia Borelli.