El tiempo ha pasado –medio siglo, nada menos- pero el hombre está allí, su vitalidad intacta. Aún continúa con su rutina laboral (atiende su estudio de abogacía en pleno centro de La Plata) y su actividad deportiva. “Hay que mantenerse en forma, un poco de caminata, otro poco de gimnasio y pesas”, apunta. A sus 73 años, Andrés Roberto Calonje guarda el recuerdo de su notable campaña en el atletismo: serenidad y orgullo, ni lamentos ni nostalgia. Fue hace medio siglo, tal como apuntábamos (y le apuntamos), que batió en pocas semanas los récords argentinos de los 100, 200 y 400 metros llanos, convirtiéndose así en el primer velocista del país en mantener simultáneamente los tres topes. Recién Carlos Gats, mucho tiempo después, alcanzó sus marcas, y dispuso durante un breve período de aquella “triple corona”. Pero la valía de Calonje parece crecer con el tiempo. Fue el hombre que alcanzó el legendario récord nacional que Bönhoff fijó en los 100 llanos (10s.3), el primero en correr los 200 metros por debajo de 21 segundos, el primero en bajar los 47 segundos en 400. Y el último velocista argentino –desde Quito 1969 hasta hoy- que ganó una competición en un Campeonato Sudamericano de mayores.
“De todos modos tiene sentido comparar las épocas. La mía no tenía nada que ver con la actual, sobre todo por la estructura del deporte, la calidad de las pistas y los cambios en los sistemas de entrenamiento”, afirma. En nuestro país no existían las pistas de material sintético, que tanto favorecen la progresión técnica de los atletas, y Calonje apenas corrió sobre ellas en sus escasas incursiones internacionales. Su contacto con el “mundo” del atletismo se limitaba a alguna competición, de vez en cuando. Tampoco tenía un entrenador personal. “Me entrenaba solo, en La Plata, con los consejos de algún profesor como Rondanino que fue quien me llevó al atletismo. O con algún plan que me pasaban desde Buenos Aires. Para preparar los Juegos Olímpicos de México leí en una revista el sistema que había utilizado Livio Berutti, el italiano que ganó en los Juegos de Roma. Mirá lo que son las casualidades, lo tuve de rival en los Juegos. La realidad es que me entrenaba como podía, principalmente por la noche cuando salía de la Universidad. Y nunca más de tres veces por semana. De preparación física, lo básico”, cuenta.
En aquellos históricos Juegos Olímpicos de México, hace 50 años, Andrés Calonje alcanzó su mejor nivel atlético. Y le tocó compartir –y competir- con aquellos fenómenos que aún hoy se recuerdan con idéntica admiración: Jim Hines, el primero en quebrar la barrera de los 10 segundos en 100 metros. O John Carlos y Tommie Smith, los hombres que protagonizaron el mayor desafío al poder con sus puños envueltos en guantes negros, en la ceremonia de premiación. Los símbolos del Black Power. “Fueron momentos intensos, sí… -recuerda Calonje- aunque yo estaba muy metido en la competencia. Me tenía mucha confianza en los 200, no para alcanzar el nivel de esos monstruos, pero sí para avanzar. Lamentablemente, por una contractura en el muslo derecho después de la primera ronda, eso no se dio”.
Calonje señaló 10s.44 en el primer turno de los 100 metros. Y en los cuartos de final, terminó 5° con 10s.39, una marca que se mantuvo intocable como récord nacional durante 26 años, hasta la aparición de Carlos Gats. En esa ronda quedó por detrás del jamaiquino Lennox Miller y de Hines, quienes al día siguiente serían el subcampeón y campeón respectivamente. No se preocupó tanto, ya que enseguida venían los 200 metros y corrió una excelente serie, donde marcó 20s.81 y escoltó al favorito John Carlos. Esa marca también fue récord argentino durante 26 años y todavía hoy se mantiene como la tercera mejor del historial argentino. Uno de los vencidos por Calonje en esa serie era nada menos que su conocido Berutti. “Apenas llegué a la meta, sentí el dolor. Me trataron los médicos con una pomada, de las que se utilizaba en ese momento. Pero ya en los cuartos de final corrí sin confianza, sin soltura, con temor”. Aún así, marcó 21s03, pero quedó sexto y no llegó a las semifinales. Esa serie de Calonge era ganada por Smith con récord olímpico, anticipando lo que sería su hazaña en la final.
A sus 73 años, Andrés Roberto Calonje guarda el recuerdo de su notable campaña en el atletismo. (Foto: Mauricio Nievas)
Calonje nació el 2 de abril de 1945, llegó al atletismo de casualidad, como tantos otros, en su época de estudiante secundario. “Jugaba al fútbol, como todos, pero el profesor de educación física me vio condiciones de corredor. Me propuso que representara al colegio en una prueba de 800 metros en un Intercolegial y allí fui, sin ninguna preparación, terminé sexto. Después empecé a entrenar un poco, para otra prueba, los 400 metros”, recuerda. Calonje combinaba atributos para esa distancia: su velocidad natural –que demostraría más tarde con su campaña en los 100 llanos- pero también su fibra de competidor y la llamada “resistencia a la velocidad”. A los pocos meses, ya era uno de los velocistas más prometedores del país y una carrera que disputó en La Plata frente a otro dotado como Juan Stocker en 1964 está considerada la mejor del historial argentino (Stocker batió el récord nacional con 47s9, aventajando por una décima a Calonje). En la misma temporada, Calonje fue la estrella del Sudamericano de juveniles, en Chile, donde acumuló cuatro medallas de oro con los 200 y 400 metros individuales, y los relevos. “Allí me ofrecieron una beca para la Universidad de Columbia, para estudiar y competir en Estados Unidos. Pero la verdad es que no me entusiasmó, me parecía algo lejano. Yo estaba concentrado en mis estudios aquí y tampoco veía el atletismo como un desarrollo profesional. Lo practicaba, simplemente, porque me gustaba, tenía muchos amigos y nos divertíamos”.
Lo que vino después fue su consolidación como el imbatible velocista argentino de la década, en todas las distancias entre los 100 y 400 metros. Acumuló medallas y récords, tanto en los Campeonatos Nacionales como en los Sudamericanos y vivió su primera experiencia grande en los Panamericanos de Winnipeg, en 1967. Era su debut en una pista de tartán. “Allí corrí los 400 metros y me tocó en la serie con Lee Evans. Yo no tenía idea de tácticas, salí con todo y cuando cruzamos la mitad de la prueba, sentí que iba a la par. Terminé completamente ahogado, descompuesto, ni pude presentarme a las semifinales”. Para Evans, en cambio, era un ritmo habitual. Se llevó la medalla de oro y, un año más tarde, sería uno de los héroes olímpicos en México.
A sus 73 años, Andrés Roberto Calonje guarda el recuerdo de su notable campaña en el atletismo. (Foto: Mauricio Nievas)
Calonje corría para Independiente y en 1968 sí, se concentró en clasificarse para los Juegos, tanto en 100 como 200 metros. Le exigían marcas mínimas que debía que lograr en pistas argentinas, hasta que lo concretó en su propio reducto platense, el 25 de agosto: 10 segundos y 3 décimas sobre el hectómetro, igualando el legendario récord de Bönhoff. Para el atletismo de nuestro país, era un acontecimiento. “Nos habíamos clasificado seis atletas en distintas pruebas, entre ellos Juan Dyrzka, que también estuvo brillante allá con su récord en 400 vallas. Esa vez se organizó muy bien el viaje, fuimos varias semanas antes para aclimatarnos, adaptarnos a la altura, a la alimentación y a la pista. Todo ayudó a conseguir buenos resultados”. Durante las pruebas preolímpicas en México, Calonje repitió sus 10s.3 en 100 y batió los récords argentinos de 200 con 20s.7 y 400 con 46s.7, en ambos casos con cronometraje manual, que hoy ya no se utiliza. Estaba listo para los Juegos. “Hoy, que ha pasado tanto tiempo, lo valoro todavía más. Sobre todo por lo que significó para nuestro atletismo”, agrega.
Calonje siguió un puntal recorrido en los seleccionados nacionales y un año más tarde, nuevamente en la altitud, pero en Quito, logró la medalla de oro de los 400 metros en el Campeonato Sudamericano. Fue –hasta hoy- el último velocista argentino en ganar una prueba en un Sudamericano. “Yo iba a correr los 100 y 200 metros, en las dos distancias quedé tercero, detrás de mis rivales clásicos, el chileno Iván Moreno y el peruano Fernando Acevedo. Pero el técnico y mis compañeros como el gran Carlitos Bertotti, inclusive los que habían ido para el individual de 400, me insistieron en que corriera esa prueba. Y para mí fue la mayor alegría en mi campaña. Yo sentía que nunca ganaría a nivel mundial pero que, al menos, debía hacerlo en un Sudamericano. Y se dio”. Por aquellos años fue el animador de las principales competencias locales, volvió a los Panamericanos en 1971 (llegó hasta la final de 200 metros) y clasificó nuevamente para los Juegos Olímpicos de Munich, en 1972. Pero su estado ya no era el mismo. “Sobre todo, por algunas lesiones de las que no podía recuperarme”, señala. Los estudios, y enseguida el trabajo, lo absorbieron y le dijo adiós al atletismo. Se despidió integrando la posta bonaerense en los Campeonatos Nacionales de ese año, donde uno de sus compañeros apuntaba como sucesor, el también platense Gustavo Dubarbier, padre del actual futbolista. Calonje, posteriormente, fue director del Banco Provincia y se dedicó desde entonces a su estudio, especializado en temas laborales.
A sus 73 años, Andrés Roberto Calonje guarda el recuerdo de su notable campaña en el atletismo. (Foto: Mauricio Nievas)
Conserva los recortes, las fotos y las sensaciones de aquellos momentos inolvidables. Conserva, principalmente, a muchos de quienes considera sus amigos, el verdadero tesoro que le quedó de su paso por las pistas. Desde aquel momento hasta hoy, y más allá de la estadística, o de las tablas de récords, el único “sprinter” argentino que alcanzó alguna actuación similar en el plano internacional fue Gats. Los desafíos son los mismos, los que tuvo Andrés Roberto Calonje desde sus solitarias prácticas en pistas de tierra o carbonilla. Y los que sigue recordando.
Su ficha deportiva
Calonje fue el primer velocista argentino que mantuvo simultáneamente los récords nacionales de 100, 200 y 400 metros llanos.
En 100 metros, su mejor marca fue 10s.39 con cronometraje electrónico el 13.10.68 en México y 10s.3 con cronometraje manual, tres veces.
En 200 metros, fue el primer argentino en bajar los 21 segundos con 20s.81 electrónicos (15.10.68 en México) y 20s.7 manuales (5.10.68 en México).
En 400 metros, su récord nacional fue 46s.7 manuales el 4.10.68 en México.
También tuvo los récords nacionales con los relevos 4×100 y 4×400.
En los Campeonatos Sudamericanos fue medalla de oro de 400 metros en Quito (1969) con 46s.9, y en el relevo 4×400. En 400 individual, ya había logrado medalla de bronce en 1965 en Rio y en 1967 en la pista de Parque Chacabuco. Y logró otras dos medallas de bronce (100 y 200 metros) en Quito.
Participó en los Juegos Panamericanos de 1967 y 1971, alcanzando aquí la final de los 200 metros y de la posta corta. Y estuvo en los Juegos Olímpicos de México 1968 y Munich 1972.
Representó a los clubes Universitario de La Plata e Independiente