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Juan Lavenás, el gran vallista de los ’30

09/07/2020

CADA/Figuras en el recuerdo (Por Luis Vinker)

El más notable especialista de nuestro país en los 400 metros con vallas –y también uno de los más grandes atletas del historial argentino- fue Juan Carlos Dyrzka, figura emblemática de los años 60 junto a Osvaldo Suárez. En esa misma especialidad tuvimos poco representantes olímpicos. Enrique Thompson fue el primero, en 1924 y también estuvo Hermenelindo Alberti en Londres (1948). Dyrzka alcanzó las semifinales de México 68, cuando se convirtió en el primer especialista sudamericano en correr por debajo de los 50 segundos. Y en los últimos tiempos asomó la gran esperanza de Guillermo Ruggeri quien, además de conseguir quebrar el récord de “Juansón” que estaba por cumplir medio siglo, también ya alcanzó una semifinal en el Campeonato del Mundo. Pero hubo otro atleta argentino que –pese a su tránsito relativamente breve por las pistas- se destacó en los Juegos Olímpicos, alcanzando una semifinal de los 400 vallas: Juan Alberto Eduardo Lavenás. En Berlin (1936) llegó a esa instancia tras batir el récord argentino. Y tuvo un magnífico cierre en esos Juegos: integró la posta 4×100 que logró un histórico cuarto puesto, en la carrera donde Jesse Owens se aseguró su cuarta medalla dorada.

            Lavenás alternaba sus entrenamientos de atletismo con la práctica del rugby: era un destacado wing de primera división en Belgrano Athletic. Posteriormente pasó al CASI y en 1935, junto al recordado Arturo Rodríguez Jurado, el “Mono”, encabezaron la escisión que formó el otro gran club de la zona, el San Isidro Club. Otros destacados atletas también han combinado estos deportes, entre ellos el velocista Juan Stocker a fines de los 60 y, actualmente, tenemos el caso del recordman junior de los 100 metros, Franco Florio, quien en su momento fue combinado para “Los Pumitas”…

            Lavenás, nacido el 5 de septiembre de 1914, se especializó en los 110 metros con vallas y su debut internacional se concretó en el Campeonato Sudamericano de 1933, en Montevideo, donde obtuvo la medalla de bronce. Fue una gran carrera ya que el brasileño Sylvio Magalhaes Padilha y su escolta, el argentino Miguel Aldatz, batieron el récord sudamericano con 14s.8 –lo tenía Valerio Vallania con 15s.3 desde el año anterior- y  fueron así los primeros atletas de la región en correr por debajo de los 15 segundos. Mes más tarde, en un match entre un combinado argentino y Japón en Buenos Aires, Lavenás quedó segundo en la misma prueba, ganada por Yukio Fukui con 15s.8. El tercer puesto en el podio fue para Juan Dyrzka, el padre y entrenador de nuestro luego supercampeón.

            En 1934, Lavenás ganó el primer de sus títulos nacionales, con 15s.3. Y en 1935 volvió al Sudamericano, pero sobre 200 metros llanos donde quedó cuarto, en una de las tantas carreras ganadas por el ídolo chileno Vicente “Potrerillo” Salinas. A fines de esa temporada, el 21 de diciembre, Lavenás retuvo su cetro nacional de los 110 vallas, igualando el tope sudamericano de Aldatz y Magalhaes Padilha. Esa marca de 14s.8 iba a permanecer por una década como récord nacional, hasta la aparición de aquel fenómeno –cuarto en los Juegos Olímpicos- que se llamó Alberto Triulzi.

            Con vistas a los Juegos Olímpicos de Berlin, Lavenás comenzó a incursionar en los 400 vallas. Tanto en esa prueba, como en los 110, durante la temporada local del 36 tuvo la oportunidad de competir con el yugoslavo Ivanovic. En uno de los primeros selectivos, el 18 de abril de 1936 en la pista de Gimnasia y Esgrima, Lavenás marcó 55s.0, igualando el récord argentino de Enrique Murck. Pocas semanas después, hubo otro ensayo preolímpico, principalmente para los velocistas en la pista de la Asociación Cristiana de Jóvenes, que se encontraba en Paseo Colón e Independencia. Allí el relevo que formaban Antonio Fondevila, Antonio Sande, Carlos Hoffmeister y Clifford Beswick batió el récor sudamericano con 41s.7. Y un rato más tarde, realizaron otra prueba, en la que Lavenás fue incluido en lugar de Sande, marcando 42s.3.

            Lavenás se había ganado un sitio en el equipo por su performance en vallas y como una alternativa para el relevo. El viaje a Berlin estuvo envuelto en constantes dudas, principalmente por cuestiones económicas, hasta que pudieron ir los cuatro velocistas, Lavenás, Juan Carlos Anderson (también del Belgrano Athletic y brillante finalista de los 800 metros) y los maratonistas Juan Carlos Zabala (para defender su oro olímpico de Los Angeles) y Luis Oliva. El equipo partió el 9 de junio del puerto de Buenos Aires en el buque Cap Ancona, con destino a Hamburgo, contando con la conducción técnica de Víctor Caamaño, verdadero impulsor de aquel relevo.

            Aquellos Juegos, como todos sabemos, estuvieron marcados por la parafernalia nazi –que los utilizó como propaganda- y en la pista por aquella inolvidable semana del estadounidense Jesse Owens con sus cuatro medallas de oro.

            Lavenás debutó el lunes 3 de agosto, ocupando el segundo lugar en su serie de los 400 metros vallas con un récord argentino de 54s.5. Al día siguiente, igualó esa marca y quedó 5° en la semifinal, dominada por el favorito estadounidense Glenn Hardin (53s2), el filipino Miguel White (53s4) y el griego Christos Mantikas (53s5). El cuarto lugar fue para el otro estadounidense, Melbourne Schofield, cuyos 53s5 no le alcanzaron para ser finalista.

            En la prueba decisiva se impuso Hardin con 52s4, aventajando por tres décimas al canadiense John Loaring. White se llevó la medalla de bronce con 52s8 y cuarto fue Joseph Pitters (EE.UU.) con 53s0. El brasileño Sylvio Magalhaes Padilha –quien más tarde se convertiría en el máximo dirigente olímpico de su país- terminó 5° con 54s0 y cerró Mantikas con 54s2. Hardin, apodado “Slats”, ya había logrado la medalla de plata en los Juegos de Los Angeles, en 1932, con 52s0. Lo curioso es que el ganador allí fue el irlandés Robert Tisdall con 51s7, que no se homologaron como récord del mundo ya que derribó la última valla… Por lo tanto, Hardin quedó como subcampeón olímpico y recordman mundial. En 1934 mejoró esa marca (51s8 en Milawaukee, 50s6 en Estocolmo, registro que tuvo vigencia en la tabla por casi dos décadas, hasta que el soviético Yuri Lituyev consiguó 50s4 en 1953). No había dudas de que Hardin estaba destinado al oro en Berlin. Tenía 24 años y se convirtió en una leyenda de la Universidad Estatal de Louisiana, en Baton Rouge: hasta ahora es el único campeón olímpico surgido de allí. Claro que hay otro nombre, en la actualidad, destinado a lo mismo: se llama Armand DuPlantis.

            Lavenás también participó en los 110 metros con vallas, donde quedó segundo en su serie con 15s1 y sexto en la semifinal con 15s6. Y en los últimos días tuvo que ingresar al relevo 4×100, debido a la lesión sufrida por Fondevila en las eliminatorias de los 200 metros.

            Lavenás quedó encargado para la salida del equipo, que continuaba con Sande, el popular Carlitos Hofmeister (luego, un gran juez y “starter” de nuestro atletismo) y cerraba con Clifford Beswick, oriundo de Inglaterra pero residente desde muy chico en nuestro país. Argentina consiguió su clasificación para la final con 41s9, al quedar segunda en la serie 2, ganada por los holandeses con 41s3. Detrás de nuestra formación nacional terminaroin fuertes equipos como Hungría (42s0) y principalmente, Gran Bretaña (42s4).

            La finalísima se disputó el domingo 9 de agosto de 1936 en un Estadio Olímpico de Berlin, colmado. La cuarteta estadounidense de Wuykof, Draper, Metcalfe y Owens marcó 39s.8, siendo la primera en la historia por debajo de los 40 segundos. Y Owens se convertía en el primer atleta en la historia –y único hasta que lo emuló Carl Lewis en 1984- en lograr los 100, 200, largo y relevos en unos mismos Juegos. Italia, que se había preparado especialmente para esa posta, preservando a sus hombres de las pruebas individuales, se alzó con la medalla de plata (41s1) y el equipo alemán con la de bronce en 41s2. Argentina fue cuarta con 42s2 y cerró Canadá con 42s7. Holanda, que estaba destinada al podio, fue descalificada.

            En las semanas siguientes, Lavenás participó con sus compañeros en una gira europea, ganando los 110 metros vallas en Varsovia con 15s0 y también una posta “medley” junto a Anderson, Hoffmeister y Beswick.

            Su despedida internacional se produjo en 1937, durante el Campeonato Sudamericano de Sao Paulo en el Estadio Tieté. Allí se proclamó campeón de los 110 metros con vallas al marcar 15s.2, una décima por delante del local Darcy Joel Radich Guimaraes. Y sumó otro título con la posta 4×100: junto a Guillermo Martínez Bo, Beswick y Roberto Cavanna (otro legendario “starter” en nuestro plantel de jueces) marcaron 42s.5.

            Lavenás, quien también estudió y se recibió en Arquitectura, tuvo una destacada trayectoria profesional, fue gerente de la Esso, trabajó durante algunos años en Estados Unidos y en 1970 presidió el Instituto Argentino del Petróleo. También fue dirigente del rugby, presidiendo el SIC durante dos períodos en la década del 50 y ocupando cargos directivos en la UAR hasta la década del 70. Casado con Beatriz Laviaguerra, jugadora de hóckey nadadora del Náutico San Isidro, tuvieron tres hijos. Juan Alberto Lavenás, ese excelente atleta de la década de 30, falleció en 1979.

FOTO (Gentileza C.O.A.): Lavenás le entrega el testimonio Sande en la histórica final olímpica de 4×100, Berlin 1936.