Skip to content

Gabriel Simón y sus recuerdos de la plusmarca de 100 metros

07/05/2020

Por Mikel Iñurrategui / minurrategui@lanueva.com

   Se cumplieron exactamente 100 años desde la primera vez que el Campeonato Nacional de nuestro país sirvió como marco para que el hombre intentara superarse y romper los límites.    El 28 de abril de 1920 y con un tiempo de 11 segundos y 2 quintos, José Pozzi estableció el primer récord en los 100 metros llanos.     Pasados 79 años de aquella carrera fundacional a nivel país, el bahiense Gabriel Simón igualó con 10s.23 el récord argentino fijado por Carlos Gats en la temporada anterior, durante el Iberoamericano de Lisboa.    Exactamente el 25 de junio de 1999, Simón clavó los relojes en 10s 23/000 tras recorrer esos 100 mágicos metros en el Sudamericano celebrado en Bogotá, Colombia.

   Un tiempo que todavía continúa siendo imposible de superar para un argentino en esta prueba.

   «Son sentimientos encontrados», le cuenta Gabriel a La Nueva.

   «Por un lado es la satisfacción de haber hecho algo que después perduró en el tiempo pero por otro lado es lo contrario. Está bueno que un récord sea batido, que no se mantenga 20 años igual, aunque eso también explica la dificultad, que hay mucho tiempo y esfuerzo invertido para llegar a conseguirlo«, resume.

   Si bien se le mezclan sensaciones, Simón admite que logró algo muy significativo.

   «No quiero caer en la vanidad -aclara- pero estos 20 años demuestran que fue algo importante. Los 100 metros es una prueba muy especial, es como el desafío del hombre: querer correr más rápido. Y todo lo que eso implica y conlleva».

   -¿Te acordás cómo fue esa carrera? ¿Te diste cuenta que habías corrido realmente rápido?

   -Sí. Generalmente te das cuenta cuando tuviste una carrera rápida o lenta. También en la previa lo vas viendo; el clima tiene que estar en una temperatura justa, el viento calmado… En la entrada en calor uno ya siente si su cuerpo está predispuesto ese día para rendir al máximo. Es una prueba muy especial y muy atractiva.

   -¿Y cuáles fueron esas primeras sensaciones una vez que terminó la carrera?

   -Fue una adrenalina al instante y realmente no lo olvido más, porque yo realmente lo esperaba. Hacía 8 años que venía trabajando de manera exclusiva para eso. Más que nada sabía que ya clasificaba a los Juegos Olímpicos, entonces fue una satisfacción doble. Ahí me di cuenta que valieron la pena todos los años de esfuerzo y dedicación y un poco ir contra el sistema, porque no tenía toda la infraestructura. O había que salir a buscarla a otro lado, entonces, era doble el sacrificio. 

Eran otros tiempos

   Sacrificio, talento, días enteros de entrenamientos y mucho amor al deporte fueron algunas de las cosas que llevaron a Gabriel a quedar para siempre en la historia del atletismo nacional.

   «Los 100 metros es una de las pruebas que más ha desarrollado el hombre a nivel deportivo en general, fijate que ya hace más de 100 años que se está midiendo. Continuamente se viene mejorando y ya se llegó a los límites del cuerpo humano, ya cuesta un montón. O bien, tiene que aparecer un Usain Bolt, que es un adelantado a los tiempos. Es algo aparte lo que él hizo», explica.

   «En mi época -agrega- no teníamos la experiencia o entrenadores que hayan recorrido ese camino. Entonces, era constantemente ir probando, modificando cosas o ajustando, a la espera de un resultado favorable. Y a veces no se conseguía el resultado esperado. Cuando vas abriendo un camino, cuando sos casi precursor, te encontrás con eso. Quizás hoy en día es distinto, se avanzó un montón y los conocimientos están más al alcance».

   -Una de las variables que hace especial a la prueba es eso de saber que se puede definir todo en milésimas, en un instante…

   -Tal cual, pero tampoco es de impulsos. Tenés que ser muy calmo y pensar mucho las situaciones. Aunque parezca que no, es una carrera con estrategia. Si vos corrés sin pensar, te endureces, cometés errores técnicos… no es tan sencillo como parece. Detrás hay horas y horas de trabajo, tanto en lo físico como en la biomecánica y en un montón de otros aspectos que son los que hacen la diferencia. Imaginate que hoy día se estudia desde el primer movimiento hasta el último, no se deja nada al azar. Vos sabés lo que tenes que hacer desde el primer instante de la carrera. Quizás en eso es lo que más se evolucionó hoy en día, antes se corría bastante más como en la escuela. Por eso también digo que es una pena que hayan pasado 20 años y el récord siga siendo el mismo. 

   -¿Hoy a la experiencia se le agregó mucho de científico y de tecnológico, no?

   -Hoy entre la experiencia y lo científico se ha progresado un montón, y suceden cosas que te hacen pensar ‘¿Cómo nos nos dábamos cuenta de esto?’. Porque son cosas totalmente lógicas vistas ahora. Por eso no sé si ahora se corré más rápido, pero sí muchas más gente corre rápido, ¿se entiende? Antes bajaban los 10 segundos unos pocos y ahora es más masivo en ese aspecto.

Manos vacías que se fueron llenando

   Un instante. 10 segundos. Nada y todo al mismo tiempo.

   Aquella marca histórica conseguida en Bogotá, le permitió a Simón sacar boleto para los Juegos Olímpicos, la cita máxima del deporte en la que vio acción ante un estadio (el ANZ Stadium) con más de 100 mil personas.

   Con Simón en 100 metros llanos y Gustavo Aguirre, en los 400, Bahía tuvo a dos representantes en Sidney 2000.

   La participación de Gabriel fue la última de un atleta nacional en la prueba de la que tiempo después se adueñó para siempre el carismático jamaiquino Usain Bolt.

   «Es como dije siempre: lo conseguís en 10 segundos y se acaba en 10 segundos. Como que da una sensación de manos vacías en el instante que termina, pero después pasa el tiempo y uno empieza a rescatar todo lo positivo, lo bueno, te das cuenta de lo difícil que es. No fui un actor principal en esa carrera, pero no fui menos tampoco», reconoce Simón (45 años).

   En aquel entonces, Gabriel terminó con el 41° tiempo de la clasificación en las series siendo 40 los que avanzaban de instancia.

   «Uno le encuentra el gusto, el placer a la superación. Y después, cuando pasan los años, le encontrás el gusto a la satisfacción de hacer algo amateur, que eso nunca se destaca. Porque uno no lo hacía con un fin económico, sino simplemente por el hecho de lo que es el deporte, de lo puro y sano que es practicarlo», explica.

   En la actualidad, el exatleta se mueve para «mantenerse en estado» y además, entrena a un grupo con el placer de «transmitir la experiencia y las vivencias».

   A casi dos décadas de aquella experiencia olímpica inolvidable, con la que había soñado desde los 18 años, de a poco las manos vacías se fueron llenando.

   «Sí, claro que se fueron llenando. Porque queda la satisfacción de haber logrado la meta, de uno mismo haberse probado a ver hasta dónde podía llegar. Creo que uno se queda más que nada con eso, como uno satisface como persona esas ganas de querer superarse es un ‘bueno, basta. Fue suficiente'», cerró Gabriel, todavía el hombre más veloz del país en la distancia junto a Gats.