La IAAF (World Athletics) anunció que, a sus 96 años y en su Cleveland natal, acaba de fallecer un notable atleta: Harrison Dillard. Se trata del único que, en la historia olímpica, pudo lograr tanto el título de la «prueba reina» de los 100 metros llanos, como de los 110 metros con vallas, que era su verdadera especialidad. Entre los Juegos Olímpicos de Londres (1948) y Helsinki (1952) acumuló cuatro títulos -dos individuales y dos con el relevo 4×100- y tuvo entre sus rivales, en aquellas oportunidades, a grandes atletas argentinos de la época.
Dillard había nacido el 8 de julio de 1923 y comenzó a practicar atletismo en la Esta Technical High School, la misma en la que lo había hecho Jesse Owens una década antes. Y fue justamente Owens su inspiración para este deporte, cuando regresó con sus cuatro oros olímpicos de Berlin y se convirtió en una celebridad en Cleveland (y en todo su país). Dillard se especializó rápidamente en la prueba de vallas y su entrenador Ivan Green fue quien le apodó «Bones» (Huesos) por su extrema delgadez.
Su campaña se interrumpió en 1943, al ser trasladado a Europa por la Segunda Guerra Mundial, combatiendo con la 92a. División de Infantería. Pero al volver, reanudó su actividad atlética y se convirtió en el mejor especialista del mundo en los 110 metros con vallas, alcanzando los títulos nacional y universitario de su país en 1946 y 1947, y permaneciendo invicto en 82 carreras consecutivas. Dillard era el gran favorito para el oro olímpico de esa prueba en Londres (1948), pero durante los «Trials» de Estados Unidos sufrió la mayor decepción: tropezó en una valla y no clasificó. Sin embargo, el día anterior, había participado en los 100 metros llanos y allí sí, consiguió una plaza para los Juegos, tanto en la individual como en los relevos. Y la gran sorpresa la dio en Londres, al ganar los 100 metros con 10s.3, igualando el récord olímpico de Owens y aventajando a su compatriota Barney Ewell con el mismo tiempo: por primera vez en la historia atlética se utilizó el «fotofinish» para dilucidar el ganador. La medalla de bronce fue para el panameño Lloyd LaBeach. Luego, Dillard también ganó con el relevo corto.
En esos Juegos, varios argentinos estuvieron en las eliminatorias de 100 metros (Fernando Lapuente, Carlos Isaack, el recordman Gearrdo Bönnhoff), aunque en series distintas a las de Dillard. Bönnhoff fue el único que pasó la primera ronda y terminó 5° en los cuartos de final. Argentina también presentó un relevo (Bönhoff, Alberto Biederman, Isaack y Lapuente) que estuvo a un paso de alcanzar la final, quedando 3° en su serie. En los 110 vallas, a falta de Dillard, igual los estadounidenses coparon el podio, mientras que el 4° puesto, en una actuación notables y de las históricas para la Argentina, fue logrado por Alberto Triulzi.
Cuatro años más tarde, Dillard sí pudo competir en los Juegos en su especialidad de los 110 metros con vallas, donde se impuso con 13s.7, récord olímpico. Ya había ganado su serie, mientras que en otra, estuvo el argentino Estanislao Kocourek (3°). Donde sí Dillard compitió directamente con los argentinos fue en el relevo 4×100. En las series, EE.UU. había marcado 40s34, mientras Argentina (Mariano Acosta, Gerardo Bönnhoff, Enrique Beckles y Romeo Galán) quedaba 3a. en la suya con 41s56, estableciendo el récord sudamericano. En la primera semifinal, el equipo estadounidense apuntalado por Dillard ganaba ne 40s51, mientras Argentina ocupaba el 4° lugar con 41.61, sin acceder a la prueba decisiva.
En 1956 y a sus 33 años, Dillard ocupó el 6° puesto de los 110 metros en los «Trials» y no llegó a los Juegos de Melbourne, por lo que decidió retirarse. Posteriormente trabajó como publicista para el equipo local de béisbol (Cleveland Indians), fue comentarista de radio y periodista. La IAAF lo homenajeó durante los Juegos Olímpicos de Londres en 2012.